viernes, 11 de diciembre de 2020

LA VENGANZA CONTRA EL GRAN CAPITAN


 Las hazañas de el gran capitán, Don Gonzalo Fernandez de Cordoba, ya poco a poco han dejado de ser olvidadas a ser recordadas cada vez mas. Desde sus intervenciones en las guerras civiles castellanas, la toma de Granada, así como sus gestas en el reino de Nápoles.

 Gonzalo Fernández de Córdoba es uno de los grandes héroes de la historia de España. Apodado el Gran Capitán por su brillante actuación durante las guerras de Nápoles, se ganó el respeto de los Reyes Católicos y de gran parte de sus enemigos. Fue el encargado de negociar la rendición de Granada con el rey Boabdil, poniendo fin a ocho siglos de dominio musulmán en la península, y los expertos aseguran que cambió la forma de hacer la guerra para siempre. Hay quien lo define como el guerrero más noble, generoso y puro que haya pisado la tierra. Y a pesar de ello, sus restos se encuentran entre los más vapuleados de los últimos siglos. Tras su muerte en Loja en 1515, el cadáver de don Gonzalo fue enterrado en 1552 en el Real Monasterio de San Jerónimo, uno de los monumentos de la época de los Reyes Católicos que aún se conserva en Granada.

 En su cripta reposó bajo la custodia de los monjes jerónimos hasta 1810, cuando las tropas napoleónicas arribaron a la ciudad nazarí durante el transcurso de la Guerra de la Independencia. Bajo el mando del general Sebastiani, los soldados franceses profanaron dicho templo, convirtiendo sus capillas en cuadras, robando todas sus obras de arte y quemando más de setecientos estandartes ganados por el militar español. Para colmo, el propio Sebastiani descolgó de la pared la réplica de la espada del Gran Capitán para decapitar con ella la momia del hombre que tres siglos antes había sometido a las tropas francesas en el reino de Nápoles. Si bien la cabeza del ilustre montillano nunca volvió a aparecer, el resto de la osamenta quedó esparcida y revuelta con la de sus familiares por la cripta, hasta que un monje granadino los puso a salvo en su propia casa. Éste los entregó al Gobierno Civil, que no pudo evitar que en 1868 viajaran hasta la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid, donde estaba previsto incluirlos en un panteón de españoles ilustres. Pero este proyecto nunca llegó a materializarse, y pocos años después, un arqueólogo granadino los introducía en su maleta y los llevaba de vuelta a Granada. Allí fueron depositados de nuevo en su cripta del monasterio de San Jerónimo, donde al fin descansarían en paz. O eso creíamos, porque una investigación del Instituto Andaluz del Patrimonio llevada a cabo en 2006 puso de manifiesto que los restos humanos que ocupan su tumba no pertenecen ni a don Gonzalo Fernández de Córdoba ni a su familia. Ha pasado más de una década desde entonces, y a día de hoy, tanto el paradero de la cabeza como el del resto del cadáver de nuestro Gran Capitán continúa siendo un misterio.

Fuente: diario de Cordoba

domingo, 4 de junio de 2017

LA GUERRA DE CUBA Y SUS CONSECUENCIAS











La conmoción del desastre de 1898 desencajó toda la maquinaria del estado.Los diecisiete años de la regencia de doña María Cristina estuvieron plagados por los conflictos internacionales. Las tribus cabileñas de Marruecos se sublevaron; a un anarquista italiano le dio un arrebato y se llevó por delante aCánovas, la escuadra norteamericana nos echó de casi todas nuestras residuales colonias y, finalmente, Sagasta, la pareja de baile que componía el perfecto dueto de los dos partidos instalados en el turnismo, hollaría la profunda tierra allá por 1903.




Es necesario apuntar que había un caldo de cultivo previo pues al sentimiento nacional cubano no se le había dado ninguna satisfacción ni horizonte autonómico alguno y la gestión administrativa desde la península estaba en modo demodé. Con estos mimbres aunados a la proverbial capacidad fagocitadora del vecino del norte, la crónica de un varapalo anunciado estaba servida.







Estados Unidos, la joven y dinámica nación americana, desde sus balbuceos en el siglo XVIII, no hizo más que crecer y su voracidad expansiva era ilimitada




España era para entonces un imperio decadente y fatigado tras cuatro siglos de extenuante lucha en todas las latitudes, y las corrientes positivistas y evolucionistas que hacían furor en la época consideraban que había naciones pujantes y otras moribundas, y que en consecuencia debían de ser sustituidas por la elemental ecuación de la ley del más fuerte.




El lúcido y premonitorio general Polavieja ya había apuntado hacia soluciones negociadas ante la que se avecinaba y el almirante Cervera tampoco erraría en sus negros pronósticos. Pero eran voces en un desierto habitado por sordos.




En los límites del genocidio




Estados Unidos, la joven y dinámica nación americana, desde sus balbuceos en el siglo XVIII, solo había hecho crecer y crecer. Su voracidad expansiva era ilimitada. Su facilidad para volatilizar indios y mexicanos en su andadura hacia el inabarcable oeste era más que notoria y podría considerarse en los límites del genocidio. Cuando concluyó su actual realización geográfica como estado de estados, se preguntaron si podrían galopar a través de los mares, como en efecto así sucedió.




De entrada le echó el ojo a la vecina Cuba, una perla que tenía al lado de casa y a unos ciento veinte kilómetros de la sureña Florida. Hasta en cuatro ocasiones y partiendo de una oferta primera de doscientos treinta millones de dólares y llegando a los trescientos en última instancia, intentaría comprar a España aquella joya. Desde la península se satirizaban en los diarios los intentos de arreglar de “buenas maneras” las aspiraciones norteamericanas.




Pero los habitantes de aquella enorme nación se hartarían a la postre y demostrarían malos modos. La táctica cambió. Siguiendo la llamada doctrina Monroe (América para los americanos), se fraguó una financiación del movimiento independentista cubano que fue in crescendo en sus actividades contra las tropas españolas. En esas estaba la situación cuando, en visita de cortesía, y con la idea o pretexto de evacuar y defender a sus conciudadanos en la isla, fondeó el crucero Maine en el puerto de La Habana.




Crucero español Reina Mercedes, hundido en la entrada de la bahía de Santiago de Cuba.




Un ensayo general




Ríos de tinta han corrido sobre uno de los hechos más controvertidos de la reciente historia moderna y que, a la postre, ha sido un canon de actuación muy repetido en los conflictos que ha enfrentado Norteamérica con otros países; la agresión prefabricada de un tercero para justificar la intervención propia en defensa de la libertad y los derechos humanos. Esto fue lo que se ensayó en Cuba.




Al parecer, el intenso calor y la humedad imperante pudieron crear un cortocircuito en la santabárbara y esta, recalentada por la combustión espontánea de uno de los depósitos de carbón adyacentes que alimentaban las calderas del navío, creó una enorme deflagración accidental. Más de doscientos sesenta marinos y oficiales pasaron a mejor vida.




Dos golpes demoledores en Manila y Santiago por parte de una marina más avanzada tecnológicamente y renovada íntegramente en el último decenio del siglo XIX, convirtieron en chatarra una flota obsoleta




Rápida y convenientemente, se recalentó de paso a la predispuesta opinión pública a través de la prensa amarilla, liderada por el memorable magnate William Randolf Hearst que, además de dirigir o intervenir indirectamente una veintena de periódicos en suelo continental, tenía intereses cruzados con terratenientes insulares tanto en el sector bananero como en el azucarero. Todo indica que el gobierno norteamericano tenía información reservada que ocultó a la opinión pública para poder favorecer una intervención militar sin más dilaciones.




Dos golpes demoledores en Manila y Santiago por parte de una marina más avanzada tecnológicamente y renovada íntegramente en el último decenio del siglo XIX, convirtieron en chatarra una flota obsoleta, que lucharía testimonialmente con una dignidad encomiable. A las perdidas militares había que añadir las económicas, de tal manera que la humillación trascendía la magnitud de lo aceptable.




Algunos años antes, y por no utilizar palabras más gruesas, el ministro de Marina, llamado almirante Montojo, en un caso de incompetencia manifiesta, publicaría en La Gaceta los planos del submarino de Isaac Peral. Y no solo esto, sino que cuando se botó en Cádiz, fueron invitados lo más granado de las delegaciones militares europeas en un alarde contra natura con lo que debería de ser un secreto de estado sin paliativos. Respecto a este submarino torpedero (el primero de la historia con esta peculiar característica táctica) el almirante Dewey, el triunfador ante Cervera diría en sus memorias (sic): “Si España hubiese tenido allí un solo submarino torpedero como el inventado por el señor Peral, reconozco que yo no habría podido mantener el bloqueo de Santiago ni veinticuatro horas”.




A pesar del tiempo transcurrido, se debería hacer una investigación rigurosa para identificar a los traidores y corruptos que vendieron la tecnología del señor Peral a potencias extranjeras e impidieron el desarrollo en España de este revolucionario submarino y despojado de cualquier grado u honor que les hubiese sido otorgado. Sería un acto de justicia necesaria.




Jules Cambon, el embajador de los EEUU en Francia firmando el tratado de París.




Qué país el nuestro




Había que regenerar la nación y la podredumbre de la clase política que había permitido ese fiasco. Pero las camarillas de políticos profesionales encastradas y apoltronadas en los partidos liberal y conservador seguirían manteniendo su estatus en nuevas formaciones políticas. Camaleónicos mutantes, se convertirían en republicanos, socialistas o nacionalistas de toda la vida para poder parasitar mejor a una castigada población que pedía cambios a gritos.




La guerra de Cuba se llevaría las vidas de más de 55.000 hijos de la patria y carne de cañón barata para una guerra que se podía haber evitado perfectamente




Éramos entonces un país con una tasa de analfabetismo del setenta por ciento de la población, en el que se prestaba más atención a las hazañas taurinas de Lagartijo que a lo que ocurría allende los mares.




La guerra de Cuba se llevaría las vidas de más de 55.000 hijos de la patria, carne de cañón barata para una guerra que se podía haber evitado perfectamente por una camarilla de egos bien atildados.




Por el tratado de Paris de 1898, España “cedería” Puerto Rico , Guam y Filipinas a Estados Unidos, mientras concedía la independencia a Cuba. Necesidades de capitalización para mitigar aquel severo revés económico y sus derivadas de lucro cesante, nos obligarían a hacer caja con la venta adicional a Alemania de las islas Palaos, Carolinas y Marianas.




A la postre, Cuba se convertiría en el gran garito y vertedero de la mafia italoamericana. Las compañías fruteras del continente camparían a sus anchas practicando un cuasi esclavismo con la población local, mientras una feroz dictadura se abatía sobre este castigado pueblo.




Toda una época. Donde antes no se ponía el sol, solo quedaban los vestigios y la historia de un gran imperio.




Un siglo después el gobierno de EEUU asumiría públicamente que la llamada “voladura” del Maine había sido un accidente. Un poco tarde.


FUENTE: elconfidencial.com

sábado, 3 de diciembre de 2016

¡NO EN MI NOMBRE¡




Después de la visión anoche de "1898 los últimos de filipinas", no queda otra que el pataleo y os cuento mi opinión.


  • No se puede hacer una película bélica anti-belicista, este es el primer contrasentido, al parecer todos los de "la ceja" no lo hacen así cuando esta ambientada en la guerra civil y por supuesto enalteciendo al bando del frente popular.
  • No queráis hacer una magazine estilo "salvame", estos hechos sucedieron hace 1 siglo, y la gente no hablaba como lo hacéis y la gente tenia otros principios.
  • Dejad en paz a nuestros héroes¡¡, de verdad estamos sedientos los que amamos España de películas de nuestros héroes, pero para enaltecerlos no para humillarlos, dedicaros por favor a hacer vuestra basura habitual, si vais a hacer algo histórico, ceñiros exclusivamente a los hechos históricos y no inventéis.
  • haced pasar al comandante martín cerezo como un loco es absolutamente demencial, el era duro y testarudo, pero sobre todo un patriota y un padre para todos los soldados.
  • los dos sacerdotes que había en Baler no eran unos yonkis, como aparecen en la película, estuvieron en todo momento ayudando a los nuestros, parece mentira que esta película haya sido producida por 13TV, que es de la conferencia episcopal y se hayan visto estas cosas,pero ya sabemos que también la iglesia es anticatolica hoy en día, seguro que echan de menos a los chequistas que les torturaron y machacaron en la 2ª república.
  • Señor Enrique Cerezo, se dice que usted llevaba 30 años preparando esta película y que compro los derechos de la antigua, pues bien, dedíquese a hacer Torrente y deje la historia para directores de rigor (si los hay) o al porno, según le convenga, pero es usted una absoluta decepción para todos.
  • Sabemos y agradecemos desde aqui a nuestro amigo Miguel Angel Lopez, autor de "Los últimos de filipinas", que ha estado encima para exigir un rigor histórico, y nos consta que de no haber sido por el, el resultado aun habría sido peor¡¡. 

Son mis humildes opiniones en caliente después de ver como se desprestigiaba a nuestros heroes y a nuestro país.


sábado, 17 de septiembre de 2016

MARTIRIO DE CATÓLICOS EN JAPÓN EN 1597



Como en el resto de Asia, la presencia de los jesuitas en Japón se remonta a la evangelización que San Francisco Javier llevó a cabo en este continente en el siglo XVI. El 15 de agosto de 1549 , San Francisco Javier , Cosme de Torres (sacerdote jesuita ), y el padre Juan Fernández llegaron a Kagoshima desde España con las esperanzas de llevar el catolicismo a Japón . Javier visitó a Shimazu Takahisa , el daimyō de Kagoshima, pidiéndole permiso para construir la primera misión católica en Japón.



Originalmente, el shogunato y el gobierno imperial apoyaron la misión católica, pensando que esto reduciría el poder de los monjes budistas , y ayudaría a las relaciones comerciales con España y Portugal . De todos modos, el shogunato era precavido por el asunto del colonialismo , viendo que en las Filipinas los españoles habían tomado el poder tras convertir a la población (y que otros poderes coloniales habían hecho lo mismo en otros sitios). El gobierno fue considerando cada vez más al catolicismo como una amenaza, y comenzó a perseguir a los cristianos. Posteriormente, la iglesia católica fue prohibida y aquellos que rehusaban abandonar su fe eran asesinados.
Finalmente, el Taikō Toyotomi Hideyoshi condenó a muerte a veintiséis cristianos – cinco misioneros europeos franciscanos , uno franciscano mexicano ( San Felipe de Jesús ), tres jesuitas japoneses y diecisiete laicos japoneses, incluidos tres niños. Los portugueses , españoles y los cristianos japoneses que contemplaban la escena, no pudieron resistir más y, rompiendo el cordón de soldados, corrieron hacia las cruces. Empapaban en la sangre trozos de paño, recogían la tierra santificada, se llevaban pedazos de los hábitos y kimonos de los mártires.
En los años posteriores la persecución continuó esporádicamente, explotando otra vez entre 1613 y 1637 , tiempo durante el cual el catolicismo estuvo oficialmente prohibido.
FUENTE: elrincondedario.blogspot.com

domingo, 11 de septiembre de 2016

EL TESORO DEL GALEON CONCEPCION



En 1641, la nave insignia de la flota española en el nuevo mundo, que zarpó de Veracruz con rumbo a España, naufragó en una tormenta al ser lanzada contra un arrecife unos 130 kilómetros al norte, de lo que es hoy la República Dominicana. El nombre del galeón era Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción, llamado también simplemente El Concepción.



Los supervivientes del naufragio habían asegurado que las bodegas de la nave no bastaban para contener todas las riquezas del valioso cargamento. Los españoles llevaron a cabo varios intentos infructuosos de localizar los restos en el arrecife. La peligrosa masa de coral en la que había zozobrado el barco tenía casi 65 kilómetros de longitud, y en algunos lugares más de uno y medio de ancho. Otras naciones y algunos bucaneros hispanos trataron también, en vano, de encontrarlo.
En 1687, 46 años después del naufragio, William Phips, joven agricultor de Nueva Inglaterra, que se hizo carpintero de buque y capitán de la marina mercante, obtuvo información del lugar del hundimiento y decidió probar suerte. Con dos buques bien armados, levó anclas con rumbo a las Antillas. El capitán Phips atravesó el Atlántico a bordo del James and Mary, y fondeó en la bahía de Puerto Plata, en la costa norte de la República Dominicana.
Dijo a las autoridades españolas que estaba allí en misión comercial, y con ese pretexto envió el otro buque, el Henry, junto a su ayudante el capitán Francis Rogers y a un grupo de buzos nativos a buscar los restos del naufragio, mientras él permanecía en puerto para vigilar que nada interfiriera su verdadera misión. Los buzos encontraron fragmentos del Concepción, que Rogers describió con algo de exageración, como el barco más rico que jamás había zarpado de las Indias Occidentales.



En su cuaderno de bitácora, que ningún otro buscador de tesoros leyó hasta 1978, Rogers describía con todo lujo de detalles y datos la posición del Concepción. Los dos barcos pasaron 59 días en el lugar del naufragio y luego zarparon para Inglaterra con casi 30 toneladas de monedas, barras y planchas de plata, más de once kilos de oro en lingotes y varios sacos con piedras preciosas. Aunque Phips y Rogers sabían que aún quedaba parte del tesoro en el Concepción, aquella fue su última expedición.
Pero la leyenda y el atractivo del Concepción perduraron y, durante unos trescientos años, el barco fue señuelo de cientos de buscadores de tesoros, expediciones algunas de ellas encabezadas por Jacques Cousteau. Todas fracasaron, hasta que un joven norteamericano, Burt Webber, se interesó en el asunto.



Webber, que se crió en una pequeña localidad de Pennsylvania, era de salud delicada. A los dos años tuvo un eccema crónico que no respondía a ningún tratamiento, padecía también asma bronquial, que a menudo le dejaba sin aliento. A pesar de esas dolencias, disfrutaba de las actividades físicas y la búsqueda de históricos naufragios. Fracasos como la búsqueda del tesoro del carguero Atocha o el Galeón Nuestra Señora de las Maravillas, naufragado en 1656, dejaron a Burt muy deprimido y angustiado. Por un tiempo pensó que estaba predestinado a no encontrar jamás tesoro alguno. Durante once años había estudiado y aprendido. Se hizo experto en el manejo de instrumentos electrónicos submarinos, y todo ello no le había servido de nada.
Si bien Burt desempeñó diversos trabajos para sostener a su familia, en ningún momento echó su sueño al olvido…
Continuó sus investigaciones en la Biblioteca del Congreso, en la capital estadounidense, y en los archivos españoles. Fue allí donde conoció a Haskins Eduard, que durante años había investigado acerca del Concepción en España, en el Museo Británico y en otros archivos de Inglaterra. Había hallado el cuaderno de bitácora de William Phips. Pero era el cuaderno de bitácora del Henry, barco que acompañaba al de Phips, el que muy probablemente guardaba el secreto del tesoro sumergido. No había pistas del otro cuaderno, pudo haberlo pasado por alto inadvertidamente, o haberse perdido o destruido en los bombardeos de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.



En abril de 1978 un profesor de la facultad de economía de Londres, Peter Earle, quien se proponía escribir un libro sobre el tema, escribió a Haskins una carta que incluía unas frases escritas como al azar,“ Dicho sea de paso, tengo el cuaderno de bitácora de Francis Rogers“, no me interesa la búsqueda del tesoro sino la historia. Tiene usted algo de eso?.
Y allí estaba,… detalles de latitud, puntos
El 30 de noviembre después de meses de exploración con equipos de alta tecnología, Webber y sus buceadores encontraron el Concepción. Los restos se encontraban en una grieta submarina entre los corales.,unos grandes obstáculos para la navegación que salían a la superficie durante la marea baja. El descubrimiento fue noticia en todo el mundo. de referencia del buque fondeado, descripciones de la cresta del arrecife que enmascaraba el tesoro, todo con una minuciosidad que excedía lo esperado.



Un total de 60.000 monedas de plata fueron recuperadas por el equipo de Webber, además de multitud de artefactos y cadenas de oro. Los artefactos y el oro fueron entregados al gobierno de la República Dominicana como parte de su patrimonio cultural, proclamando a Webber héroe nacional.
Según Webber si todo esto desaparece en manos privadas, no es beneficioso para el interés público, no hay oportunidad de estudiarlo y admirarlo. En el caso del Concepción parte de lo que allí se recuperó paso a formar parte del patrimonio del país, conservado por el Museo Nacional. Webber y sus socios se negaron a entrar en detalles acerca de la cuantía del tesoro. El peso de la plata en sus distintas formas pudo ser calculado indudablemente en toneladas.
Cálculos extraoficiales lo estiman en miles de millones de dolares. Si contamos las 30 toneladas de monedas y parte del tesoro que fue rescatado por el capitán William Phips en 1687, indudablemente bien podría ser el mayor tesoro encontrado en todo el siglo pasado…Sin lugar a dudas si era cierto que las bodegas del Concepción no bastaban para contener todas las riquezas,..¡ quizás la avaricia puedo romper el barco!.
FUENTE:elrincondedario.blogspot.com

sábado, 10 de septiembre de 2016

EL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO: LOS HERMANOS PINZONES



Los hermanos Pinzón fueron marinos de gran prestigio y gracias a sus diferentes viajes comerciales y de cabotaje ganaron fama y una situación holgada, que les permitió gozar de respeto y reconocimiento entre sus pares. La estratégica posición que ofrecía el histórico puerto de Palos, permitió que fuera el lugar desde donde partieran la mayoría de sus armadas, organizadas, en muchas ocasiones, por esta familia.



Martín Alonso y Vicente Yáñez, capitanes de las carabelas La Pinta y La Niña, respectivamente, son los hermanos más conocidos, pero hay un tercero, menos popular, que iba a bordo de La Pinta como maestre: Francisco Martín. Martín Alonso fue el hombre gracias al cual se consiguió que la marinería de la zona del Tinto-Odiel se animara a participar en la empresa de Colón. Asimismo apoyó económicamente el proyecto, aportando dinero de su hacienda personal. Francisco, el maestre de La Pinta, parece que, además de en el primero, participó también en el tercero y cuarto de los viajes colombinos, pero, por ser su nombre muy común, sus datos biográficos se confunden con otros homónimos de su época. Por último, Vicente Yáñez, el menor de los tres hermanos, además de participar en el primer viaje de Colón, una vez finalizado el monopolio colombino, realizó otros viajes de descubrimiento por su cuenta, entre los que cabe destacar el descubrimiento de Brasil.
Los hermanos Pinzón vivieron en la época de mayor esplendor del puerto de Palos, participando en la mayoría de las actividades que se realizaban desde dicho puerto.
El histórico puerto estaba ubicado en el curso inferior del río Tinto, llamado en esta zona Canal de Palos, a unos cuatro kilómetros de su desembocadura en el Atlántico y confluencia con el Odiel. Probablemente surgió de forma coetánea al crecimiento de la propia villa, siendo en sus inicios un fondeadero para pequeñas naves dedicadas, casi exclusivamente, a la pesca y a ocasionales transacciones comerciales de abastecimiento de la pequeña población de la zona.



En vísperas del Descubrimiento de América, toda la ribera comprendida entre los actuales muelles de Palos y La Rábida fue testigo de las actividades portuarias de la villa. A partir del primer tercio del siglo XV, el Puerto de Palos experimentó un auge continuo que rebasó el estrecho marco comarcal alcanzando dimensiones internacionales, como lo atestigua el hecho de que naves inglesas, bretonas, flamencas e italianas fondearan en sus aguas con cierta frecuencia.



Entre las familias que habitaban en Palos en el siglo XV, los Pinzón eran una de las principales. Familia de posible origen aragonés, que habrían llegado a Andalucía procedentes de la Montaña (actual Cantabria) o Asturias. Según algunos historiadores este apellido podría ser una deformación del término Espinzas o Pinzas. Sin embargo, para otros, el verdadero apellido familiar sería Martín, apellido muy extendido y de larga tradición en la localidad, nombre del abuelo, que fue marinero y buzo en Palos, al que apodaron Pinzón cuando se quedó ciego, ya que su afición a cantar recordaba a los palermos a los pájaros pinzones, a los cuales se cegaba para que su canto fuera más bello. Su hijo, también marinero e igualmente llamado Martín Pinzón, fue el padre de los tres hermanos que participaron en el Descubrimiento de América. En cuanto a la madre, se llamaba Mayor Vicente, por lo que los tres marinos eran hermanos de padre y madre, siendo sus apellidos Pinzón y Vicente.
Martín Alonso Pinzón
Se calcula que nació aproximadamente sobre 1441 y falleció alrededor del 31 de marzo de 1493. Era el mayor de los tres hermanos y fue el capitán de La Pinta. Parece que desde muy joven navegó en las carabelas palermas como grumete. Vivió en una casa situada en el antiguo camino real a la Rábida, y contrajo matrimonio con una vecina de la localidad llamada María Álvarez. Tuvieron cinco hijos. Dos varones: Arias Pérez y Juan Pinzón, que participarían en varias expediciones por tierras americanas, y tres hijas: Mayor, Catalina y Leonor, la pequeña, que sufría frecuentes ataques de lo que antiguamente llamaban "gota coral" y que actualmente se denomina epilepsia.


MARTIN ALONSO PINZON


Las fuentes lo señalan como el líder de la comarca y famoso por sus batallas contra los portugueses en la guerra contra el reino lusitano. Es probable que Colón tuviera en Portugal noticias sobre Martín Alonso, ya que éste era conocido por su participación en la citada guerra, además de por sus incursiones náuticas tanto en Canarias como en Guinea.
Participó como capitán de La Pinta y aportó una parte de los gastos en metálico del viaje descubridor. Gracias a su reconocido prestigio como armador y marino experto se consiguió enrolar a la tripulación necesaria para el primer viaje colombino, ya que tenía una destacada influencia en toda la comarca del Tinto-Odiel.
El 23 de mayo de 1492 se leyó a los vecinos de Palos la real provisión por la cual se ordenaba, a ciertos vecinos, entregar dos carabelas a Colón y partir con él en el viaje que iba a realizar "por mandado de Sus Altezas". La villa acata la decisión real pero no la cumple. Los marinos palermos desconfiaban de embarcarse en aquella aventura con un desconocido como lo era Colón para aquellas gentes. Los hombres de Palos difícilmente secundarían al genovés a no ser que le acompañara algún navegante respetado en la villa. La aventura, arriesgada y, sobre todo, de ganancia incierta, no presentaba grandes atractivos. La oposición y la indiferencia por el proyecto de Colón fueron generalizadas.



Los franciscanos de La Rábida pusieron en contacto al genovés con el marino palermo. También Pero Vázquez de la Frontera, viejo marino de la villa muy respetado por su experiencia, y amigo de Martín Alonso, influyó de manera importante para que el mayor de los Pinzón se decidiera a apoyar la empresa no solo moralmente sino también económicamente. Martín Alonso desechó los barcos que había embargado Colón y despidió también a los hombres que éste había enrolado, aportando a la empresa dos carabelas, la Pinta y la Niña. Además, fue por Palos, Moguer y Huelva, convenciendo a sus parientes y amigos de que se enrolasen, consiguiendo con ello la mejor tripulación posible. Capitaneó la carabela la Pinta, desde la cual Rodrigo de Triana avistó la tierra americana.
Colón, en su diario, habló favorablemente de Pinzón en diversas ocasiones. Sin embargo, una vez descubiertas las Indias, la relación entre ambos cambió radicalmente a partir del 21 de noviembre de 1492, cuando Martín Alonso se separa de Colón. El ya almirante lanzó contra Pinzón serias acusaciones de deserción, (y no solo contra Martín Alonso, sino también contra sus hermanos, incluso contra Vicente que le había socorrido cuando la Santa María naufragó). Sin embargo, tanto en testimonios de los pleitos colombinos, como parte de la historiografía especializada, no concuerdan con que estos hechos ocurrieran así, asimismo tampoco consta ninguna acusación contra Pinzón en las cartas anunciando el descubrimiento que Colón escribió al regreso de su primer viaje.



En el viaje de regreso, la carabela de Pinzón se volvió a separar a causa de una tormenta, y Pinzón llegó al puerto de Bayona antes de que Colón arribara a Lisboa.
Parece que Martín Alonso, una vez que llegó a Bayona, trató de enviar noticias a los monarcas de los descubrimientos y exploraciones realizadas. De Bayona se dirigió a Palos, llegando al puerto de partida el día 15 de marzo de 1493.
Para Martín Alonso el viaje de regreso fue letal, ya que padecieron una gran tormenta, por lo que el cansancio acumulado reactivó las fiebres recurrentes que padecía y falleció a los pocos días de regresar de las nuevas tierras descubiertas. Según los testimonios, fue trasladado a la Rábida donde falleció y fue sepultado, como era su voluntad.
Francisco Martín Pinzón
Nació alrededor de 1445 y falleció aproximadamente en 1502. Era el segundo de los hermanos y participó como maestre, es decir, segundo de a bordo, en la carabela La Pinta cuando desde ésta se descubrió América. Si bien es el marino menos conocido de los hermanos Pinzón, no tuvo una participación menor en los diferentes viajes tanto de descubrimiento como al servicio de la Corona.
Su historia personal y familiar es confusa, ya que tuvo varios parientes que llevaban su mismo nombre, por lo que los historiadores suelen confundirlos con frecuencia. No obstante, parece ser que estuvo casado con Juana Martín y tuvo al menos una hija, que aparece en la documentación como "huérfana y pobre".
Con su hermano Vicente, hizo varios viajes a Italia y África en servicio de la Corona. En noviembre de 1493 protagonizó un asalto en la costa de Argel, junto a Juan de Sevilla, Rodrigo de Quexo y Fernando Quintero. En 1496 llevó dineros y bastimentos a las tropas españolas que combatían en Nápoles. Posteriormente participó de nuevo en dos de los viajes colombinos, el tercero y el cuarto donde, según el testimonio de su compañero en muchas expediciones, Rodrigo Álvarez, fallece ahogado.Vicente Yáñez Pinzón
Vicente Yáñez Pinzón
Nació aproximadamente en 1462 y falleció alrededor de septiembre de 1514, y era el menor de los hermanos. Participó como capitán de La Niña en el viaje descubridor. Realizó otros descubrimientos por su cuenta. Es considerado historiográficamente como el descubridor del Brasil.
Era el más joven, con diferencia, de los hermanos Pinzón. Es probable que tomase el sobrenombre "Yáñez" de Rodrigo Yáñez, un alguacil de Palos que sería su padrino, como era la costumbre del lugar. Desde pequeño aprendió el arte de navegar de su hermano mayor, y participó desde su adolescencia en combates y asaltos, ya que le tocó vivir tiempos de guerra. Se casó dos veces, la primera con Teresa Rodríguez, que le dio dos hijas: Ana Rodríguez y Juana González. La segunda, al regreso de su último viaje a Yucatán, en 1509, con Ana Núñez de Trujillo, con la que convivió en Triana hasta su muerte.
Las primeras noticias documentadas sobre Vicente Yáñez son varias denuncias sobre asaltos a naves aragonesas que realizó, algunos con su hermano mayor, desde que tuvo sólo quince años. Fue entre los años 1477 y 1479, época de guerra civil y con Portugal, en la que Palos participó activamente y por la que su habitual escasez de trigo se vio agravada. Los vecinos se quejaban de pasar hambre y las órdenes reales a varios lugares de que permitieran el abastecimiento de cereales a Palos fueron desobedecidas. Por ello, los Pinzón, asumiendo sus responsabilidades como líderes naturales de la comarca, atacaron carabelas que transportaban trigo y otros alimentos.


VICENTE YAÑEZ PINZON


Vicente apoyó en seguida a su hermano cuando éste decidió respaldar la empresa de Colón. Junto con su hermano consiguió que los hombres de la comarca del Tinto-Odiel se enrolasen en la arriesgada travesía. Fue elegido capitán de la Niña y tuvo destacadas actuaciones durante el viaje. Entre ellas está oprimir, junto con su hermano mayor, algunos intentos de amotinamiento, y el auxilio que prestó, tanto a Colón como a sus compañeros, cuando naufragó la Santa María. El almirante realizó todo el viaje de regreso en la carabela que había capitaneado Vicente, quien prestó toda la ayuda necesaria para que llegara a buen fin dicho regreso.
Realizó varias expediciones más a tierras americanas, participando en los denominados "viajes menores", siendo el más importante la expedición en la que descubrió la desembocadura del río Amazonas y, por tanto, Brasil a comienzos de 1500.
Posteriormente volvió al Caribe con la misión de buscar un paso al Océano Pacífico, exploró toda la costa de Centroamérica y de la península de Yucatán. Según el cronista Fernández de Oviedo, Vicente Yáñez murió en el año 1514, probablemente a fines de septiembre, sin que se sepa exactamente el lugar donde fue enterrado.
FUENTE:elrincondedario.blogspot.com

domingo, 4 de septiembre de 2016

LA LABOR DE LA IGLESIA CATÓLICA EN HISPANOAMERICA Y FILIPINAS



A veces pienso que la crisis económica que atravesamos no es únicamente producto de un enorme amasijo de números mal estructurados que entre los hombres y el sistema financiero nos hemos ocupado de organizar. O desorganizar, mejor dicho. La crisis, la de verdad y no solamente la que nos hace montar en cólera cuando escasea el sustento y se nos agujerean los bolsillos, es fundamentalmente una crisis de valores. Y pienso que una cosa va unida intrínsecamente a la otra porque no tendríamos en Occidente la magnitud de crisis que tenemos si las personitas endiosadas que habitamos el “primer mundo” (a veces tan pobre en lo inmaterial y espiritual), no hubiéramos olvidado de dónde venimos y cuál es nuestra razón de ser y el signo de nuestra propia existencia. Que mucho dinero y muy buenos coches, pero si miramos hacia dentro a menudo comprobamos que somos más pobres que los “intocables” de la India.



De tal forma, los españoles y nuestros compañeros del mundo rico, nos volvemos cada vez más egoístas y olvidamos el significado de la palabra “agradecimiento”. Pensamos estúpidamente que merecemos todo lo que tenemos y estamos convencidos de que nada es suficiente porque de lo que se trata es de acumular riqueza y bienes materiales hasta reventar. Y en ese alarde de grosería espiritual, elevamos a los altares a los dioses paganos más rudos y ordinarios, convirtiendo al dinero y al poder en los nuevos ídolos de nuestra incomprensible modernidad. ¿Dónde está la categoría moral?, ¿dónde la buena educación?, ¿dónde el “amar al prójimo como a uno mismo”?, ¿dónde la atención a los enfermos y a los mayores?, ¿dónde el conocimiento de nuestras bases como pueblo?


Miro a mi alrededor y creo que estamos echando por la borda del barco de la decencia, la esencia espiritual de dos milenios en el transcurrir de algo menos de un siglo. Ya lo decía Gardel: Siglo XX cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil. Y en medio de todo este remolino, como un hermoso y limpio oasis que surge de la penumbra, la Iglesia, esa grandiosa Institución benefactora y cargada de valores que lleva en pie veinte siglos y a la que constantemente se ataca y convierte en culpable de infinitos males…Esa Organización fundamentalmente buena de la que los torpes e ingratos dicen todo tipo de barbaridades, generando una cantidad inmensa de rumores infundados y creando una barbaridad de bulos, soflamas y ridículos análisis.

Y como empiezo a hartarme de tanta mediocridad en lo que a la crítica a la Iglesia se refiere, aunque sea desde este humilde texto quiero aportar mi pequeño granito de arena para dar a conocer la realidad de lo que hoy hace la Iglesia en el mundo. No servirá para convencer al cuadriculado o al atacador profesional de cultos y religiones, pues ya se sabe que en una cabeza incapaz difícilmente puede entrar algo constructivo, pero internet tiene una capacidad expansiva potente y considero fundamental que se conozca lo que la Iglesia hace por el mundo. La Iglesia, esa mística Institución que ha construido la civilización occidental entera y que ha contribuido de manera fundamental a la historia de nuestra arquitectura, nuestra ciencia, nuestro arte, nuestra música y hasta nuestra economía y nuestro derecho.

Sus cifras, actualizadas al año 2010, son las siguientes. A ver si alguno de esos que tanto la critican, construyen algo parecido o me saben indicar alguna otra Institución que aporte al bien del mundo una millonésima parte de lo que hacen la Iglesia y quienes forman la misma.

La Iglesia Católica en África

La Iglesia sostiene en este continente:

12.496 Escuelas maternas
33.263 Escuelas primarias
9.838 Escuelas secundarias
1.074 Hospitales
5.373 Dispensarios
186 Leproserías
753 Casas para ancianos, enfermos crónicos, minusválidos
979 Orfanatos
1.997 Jardines de infancia
1.590 Consultorios matrimoniales
2.947 Centros de educación o reeducación.
1.279 Otras instituciones

La Iglesia Católica en América

La Iglesia sostiene en este continente:

15.788 Escuelas maternas
22.562 Escuelas primarias
11.053 Escuelas secundarias
1.669 Hospitales
5.663 Dispensarios
38 Leproserías
3.839 Casas para ancianos, enfermos crónicos, minusválidos
2.463 Orfanatos
3.715 Jardines de infancia
4.827 Consultorios matrimoniales
13.652 Centros de educación o reeducación.
4.239 Otras instituciones

La Iglesia Católica en Asia

La Iglesia sostiene en este continente:

13.683 Escuelas maternas
15.698 Escuelas primarias
9.298 Escuelas secundarias
1.102 Hospitales
3.532 Dispensarios
293 Leproserías
2.095 Casas para ancianos, enfermos crónicos, minusválidos
3.367 Orfanatos
3.211 Jardines de infancia
969 Consultorios matrimoniales
5.379 Centros de educación o reeducación.
1.870 Otras instituciones

La Iglesia Católica en Europa

La Iglesia sostiene en este continente:

23.602 Escuelas maternas
17.222 Escuelas primarias
10.338 Escuelas secundarias
1.363 Hospitales
2.947 Dispensarios
3 Leproserías
8.271 Casas para ancianos, enfermos crónicos, minusválidos
2.480 Orfanatos
2.524 Jardines de infancia
5.919 Consultorios matrimoniales
10.576 Centros de educación o reeducación.
2.761 Otras instituciones

La Iglesia Católica en Oceanía

La Iglesia sostiene en este continente:

1.695 Escuelas maternas
2.949 Escuelas primarias
683 Escuelas secundarias
170 Hospitales
573 Dispensarios
1 Leproserías
490 Casas para ancianos, enfermos crónicos, minusválidos
87 Orfanatos
108 Jardines de infancia
294 Consultorios matrimoniales
592 Centros de educación o reeducación.
207 Otras instituciones

En total tenemos que la Iglesia administra un total de 67.264 escuelas maternas frecuentadas por 6.386.497 alumnos; 91.694 escuelas primarias por 29.800.338 alumnos; 41.210 institutos secundarios por 16.778.633 alumnos. Además sigue 1.894.148 jóvenes de las escuelas superiores y 2.837.370 estudiantes universitarios. Los institutos de beneficencia y asistencia administrados en el mundo por la Iglesia comprenden: 5.378 hospitales, 18.088 dispensarios, 521 leproserías, 15.448 casas para ancianos, enfermos crónicos y minusválidos, 9.376 orfanatos, 11.555 jardines de infancia; 13.599 consultorios matrimoniales, 33.146 centros de educación o reeducación social y 10.356 instituciones de otros tipos.
FUENTE: laorejadejenkins.es