Colón murió sin saber que había descubierto América Una suave brisa hinchaba las velas de los pequeños barcos de madera, y los impulsaba suavemente fuera del bullicioso puerto de Palos, al sur de la costa española. Era el viernes 3 de agosto de 1492. Algo más que una pequeña aprensión reinaba entre los 87 hombres embarcados.
Este era un viaje nunca hecho, hacia más allá del mundo conocido. Por delante se extendía el océano Atlántico, potente y misterioso. Pero para un hombre que, a bordo de la Santa María —una carabela de 70 pies de largo—, observaba cómo se iba alejando poco a poco la costa, la idea de navegar hacia lo desconocido no lo aterraba. El capitán Cristóbal Colón —nacido Cristoforo Columbo, hacia 1445, hijo de un sastre genovés— era un marino altivo, terco y ambicioso, que soñaba con abrir una nueva ruta desde España hacia las ricas islas de las especies, en las Indias Orientales.
Durante muchos años, mientras navegaba alrededor de España y Portugal, y por la costa africana hasta Cananas, había estado planeando cruzar el Atlántico Colón estaba convencido de que la Tierra era redonda, una teoría impopular en esa época, pero que estaba ya adquiriendo adeptos. Creía que la costa este de Asia y las tierras ricas en oro del Oriente estaban al oeste de Europa, a una distancia fácilmente navegable. Ahora, por fin, estaba cumpliendo su propósito, bajo el patrocinio de los reyes de España, Fernando e Isabel. Su primer intento se había frustrado ocho años antes, ante la negativa de! rey de Portugal, Juan II. Quizá estaba a punto de cometer el mayor disparate de que es capaz un explorador, pero cometiéndolo iba a lograr el mayor de los descubrimientos. Colón dirigió sus barcos hacia San Sebastián, en Canarias; luego el 6 de septiembre, impaciente por no perder los vientos constantes del este, viró su pequeña flota hacia el oeste, hacia el Atlántico abierto. Pero a mitad del mes, todavía sin tierra a la vista, sus hombres comenzaron a asustarse.
Temían no poder regresar jamás a España. El propio Colón, seguramente, habrá empezado a dudar de su cálculo de la distancia de las Indias. El 19 de septiembre comenzó a llevar un cuaderno de bitácora falso, con el cual trataba, mediante la subestimación de las millas navegadas, de apaciguar los temores de la tripulación. La Santa María, junto con sus buques de escolta —La Pinta y La Niña— superó los peligros del mar de los Sargazos, a veces agitado por las mareas altas, otras en calma durante largos días. Obsesionado por lograr el éxito de su empresa, y calculando las recompensas que acumularía debido a la gratitud del rey y de la reina, Colón se aferró a cualquier evidencia que mostrara que estaban cerca de tierra. Las esperanzas tan pronto crecían como se desvanecían.
Entonces, a las dos de la mañana del 2 de octubre, exactamente 37 días después de haber abandonado Canarias, un marinero a bordo de La Pinta lanzó el grito: «Tierral”. Ese mismo día, más tarde, la pequeña flota llegó a una isla, a la que Colón denominó San Salvador. Colón escribió ese día en su cuaderno de bitácora: «Enseguida vimos allí nativos desnudos… Apareció ante nuestros ojos un paisaje con verdes árboles exuberantes, muchos ríos y árboles frutales de varios tipos». Al día siguiente, escribió: «Vi que algunos de los hombres se habían hecho un agujero en la nariz y habían puesto una pieza de oro a través de él… Por algunos indicios, pudimos entender que debíamos ir hacia el sur para encontrarnos con un rey que tenía grandes navíos de oro».
El 17 de octubre anotó: «En todos estos días que he estado en las Indias, siempre ha llovido, más o menos…». Aún creía firmemente que había recalado en las costas orientales de Asia. Colón emprendió la exploración y navegó entre las islas del Caribe hacia el norte de la costa cubana y La Española. Quedó muy impresionado por lo que había visto y el 28 de octubre, mientras estaba a la altura de la costa cubana, escribió en su diario: «Me atrevo a suponer que los poderosos barcos del Gran Khan vienen hasta aquí, y que de aquí al continente hay un viaje de sólo diez días». Después de ocho meses en el mar, Colón volvió triunfante a España, donde fue nombrado «Almirante de la mar océano y gobernador de las islas recientemente descubiertas en las Indias». Hizo cuatro viajes de exploración a América Central en los siguientes diez años, y sólo al final de ellos comenzó a dudar sobre si realmente había encontrado la costa oriental de Asia.
Durante su tercer viaje al Nuevo Mundo, en 1498, comenzó a reflexionar sobre la posibilidad de que hubiera encontrado un nuevo continente. Un rumbo más austral a través del Atlántico lo había conducido a la isla de Trinidad y, mientras exploraba el cercano golfo de Paria, llegó hasta el sitio donde el poderoso río Orinoco desemboca en el mar. El 14 de agosto de 1498, escribió en su diario: «Creo que éste es un continente enorme que hasta ahora ha permanecido ignorado». En los años siguientes, un aventurero italiano, Américo Vespucio, junto a otras personas, habría de confirmar sus sospechas. Vespucio exploró gran parte de la costa brasileña, y el relato de sus descubrimientos le valió el honor de que se concediera su nombre al nuevo y enorme continente. Pero en 1502, cuando Colón partió en su cuarto viaje, creía aún que las islas que había descubierto estaban a la altura de la costa oriental de Asia.
Pensaba que el camino hacia Asia debía estar entre las islas y el nuevo gran territorio que se extendía al sur. Por lo. tanto, partió con el propósito de encontrar ese paso. Y por segunda vez tropezó con América, sin reconocerla realmente. Durante nueve meses, soportando el mal tiempo, exploró a lo largo de las costas de Honduras, Costa Rica y Panamá. Luego, en mayo de 1503, con sus barcos azotados por las tormentas, carcomidos y en peligro de naufragar, se dirigió al norte en un intento desesperado de llegar al nuevo asentamiento español de Santo Domingo, en la isla La Española.
Fracasó, y debió pasar doce meses como náufrago en Jamaica, antes de ser rescatado con su tripulación y reintegrado a España. Colón murió el 20 de mayo de 1506. Nunca habría de saber que la tierra que había descubierto era, en realidad, el vasto continente americano.
FUENTE: historiaybiografias.com
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