lunes, 28 de diciembre de 2015

ANDRES DE URDANETA Y LA EVANGELIZACION DE FILIPINAS
















Un fruto notable del cristianismo americano y agustiniano fue la evangelización de las Islas Filipinas. Aprovechando los conocimientos náuticos de Andrés de Urdaneta, quien había participado en la armada del comendador Jofre de Loaysa,[1] dado que se había hecho agustino, profesando en México el 20 de marzo de 1553,[2] Felipe II le ordena por carta datada en Valladolid el 24 de septiembre de 1559, que de acuerdo a instrucciones que tiene el virrey Don Luis de Velasco, se apreste a ir en esa armada,[3] a lo cual responde Urdaneta el 28 de mayo de 1560, aceptando la encomienda.[4] Con tal motivo se preparó la armada confiada a Don Miguel López de Legaspi, cofrade mayor de la cofradía del Santísimo Nombre de Jesús, sita en el convento agustino de México.

El Definitorio Provincial reunido en Culhuacán el 9 de febrero de 1564, nombra a Fr. Andrés de Urdaneta como prior, Fr. Diego de Herrera, Fr. Andrés de Aguirre, Fr. Martín de Rada y Fr. Lorenzo de San Esteban sacerdotes, y al hermano Fr. Diego de Torres, como la primera comunidad Filipina.[5] El viaje no lo hará Fr. Lorenzo, que murió en el puerto de la Navidad, de donde salieron el 21 de noviembre de 1564.[6] E18 de mayo de 1565 se funda la ciudad de Cebú y con ella el primer convento agustino, teniendo como patrón la imagen del Niño Jesús encontrada entre las casas abandonadas por los naturales.[7]


Dejando en las Islas como superior a Fr. Diego de Herrera, emprendió Urdaneta acompañado por Fr. Andrés de Aguirre, el tan ansiado retorno que hasta entonces había fracasado, el 1 de junio, descubriéndole al pacífico sus secretos el 30 de octubre de 1565, cuando ancló en el puerto de Acapulco.[8] Mientras Urdaneta emprendía el regreso, el resto de sus compañeros iniciaba la evangelización de las Islas, siendo clave su presencia en el trato y contrato que tuvieron los primeros colonizadores con los nativos, actuando inspirados por las ideas Veracrucianas sobre los títulos de ocupación.[9]


Sirva de ejemplo la carta del virrey Don Martín Enríquez, 24 de marzo de 1574, informa que estaba enviando 150 soldados a las Filipinas, «Esta jornada tiene aquí mal nombre por la ruyn orden de allá como tengo escrito a Vuestra Magestad, y apretaron tanto los Frayles que me pu-sieron en punto que pecava mortalmente en embiar soldados y obedecer en esto a Vuestra Magestad ».[10]

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