sábado, 26 de marzo de 2016

EL TRATADO DE UTRECH




El Siglo XVIII fue un periodo convulso en Europa, en el que el mapa político cambió de forma sustancial. A continuación explicamos a que se de debió.

La Paz de Utrecht trajo consigo tres consecuencias básicas. Cambios territoriales y políticos, dando paso a un nuevo mapa europeo basado en el equilibrio de las grandes potencias; el posicionamiento de Inglaterra como gran potencia comercial y marítima; y la pérdida de relevancia de España, por sus pérdidas territoriales en el continente a favor del cambio dinástico. Termina así en España la era de los Habsburgo y comienza la era de los Borbones, linaje vigente hasta nuestros días.

Todo comenzó en 1700, España era una monarquía en busca de un rey. Carlos II, sin descendencia y próximo a la muerte buscaba un heredero desesperadamente. Los tres grandes pretendientes eran:Felipe de Anjou, el Archiduque Carlos de Austria y José Fernando de Baviera.



Como podemos observar en el gráfico, todos los aspirantes tenían derecho por descendencia. Felipe de Anjou era nieto de la Infanta Española María Teresa, hermana de Carlos II. José Fernando de Baviera era nieto de la Infanta Española Margarita, hermana también de Carlos II. Por último el archiduque Carlos, hijo del emperador Leopoldo I, no tenía más derechos que los que le legaba su padre (hijo de la Infanta Española María de Austria, hermana de Felipe IV).

Carlos II se decantó en un principio por el Príncipe Bávaro firmando en 1698 un testamento por el cual le nombraba heredero universal, pero la muerte inesperada del joven en 1699, dejó frente a frente a los candidatos austriaco y francés. Las noticias que llegaban a la corte de Carlos II sobre tratados de partición de los territorios españoles entre las diferentes potencias, le convencieron de su decisión y procurando siempre el bienestar de sus reinos y estados, en 1700 otorgó el testamento al candidato francés Felipe de Anjou, por el que le nombraba sucesor de todos sus dominios.


Carlos II se decantó en un principio por el Príncipe Bávaro firmando en 1698 un testamento por el cual le nombraba heredero universal, pero la muerte inesperada del joven, dejó frente a frente a los candidatos austriaco y francés

Carlos II sabía que sólo Francia era capaz de salvaguardar el reino, ya que, no sólo necesitaba un sucesor para el trono sino también un protector y Francia era la única capaz de respaldar su voluntad. Las demás potencias europeas tenían el convencimiento de que Luis XIV (Rey de Francia y abuelo de Felipe) respetase los pactos de repartición, pero este aceptó el testamento y proclamó rey de España a su nieto. En aquel acto iba implícita una declaración de guerra. La llamada Guerra de Sucesión.

El problema que se planteaba era la gran hegemonía francesa, los borbones dominando gran parte deEuropa y con grandes posesiones coloniales por todo el mundo. Por ello en 1701 se firmó la gran alianza del Haya entre Inglaterra, Holanda yAustria a favor del archiduque Carlos (uniéndose en 1703 Portugal y Saboya). En mayo de 1702 declararon la guerra a Francia y España.

Los aliados toman Gibraltar en 1704 y al año siguiente el archiduque Carlos desembarca en Barcelona donde va obtener el beneplácito de laCorona de Aragón, contraria a Felipe por su política centralizadora.

En 1705 comienza la guerra real en la península. Francia dicta la política de guerra, ya que España no contaba con recursos que tenían que llegar del país vecino. La guerra se desarrolló con gran rapidez, Cataluña y Valencia pasaron a ser territorio Habsburgo y en 1706 se unieron Mallorca yAragón, ese mismo año todos los territorios de la corona de Aragón pasaron a ser del archiduque y España se vio inmersa en una guerra civil.

1706 fue el peor año para Felipe V, el imperio se descomponía a marchas forzadas tanto en Europa como en la península y su política de centralización fracasaba estrepitosamente. La adversidad llevó al monarca a dar lo mejor de sí mismo y mejoró su liderazgo para realizar mayores esfuerzos, lo que desencadenó un gran apoyo popular. En Madrid se presentó en persona a sus ejércitos, hablando a las tropas, elevando la moral, organizando un nuevo esfuerzo de guerra. Su apoyo en Castilla fue incuestionable, un movimiento espontaneo de lealtad digno de relatos épicos.

Así lo recoge John Lynch (historiador) en su libro “La España del Siglo XVIII”, en su capítulo II, con referencias de la época. Cita las palabras de la Reina María Luisa (primera esposa de Felipe V) sobre la movilización del pueblo:

”En esta ocasión se ha hecho evidente que, después de Dios, es al pueblo a quien debemos la corona… ¡sólo podíamos contar con él, pero gracias a Dios el pueblo vale por todo!"

El nacimiento de un nuevo heredero, Luis Fernando, en agosto de 1707, dio al pueblo un nuevo motivo para identificarse con la nueva monarquía. Lynch lo recoge:

"Vino a tiempo, sin duda, este príncipe nacido en Castilla; porque ya los españoles veían confirmada la Corona en príncipe español, y se empeñaron más en sostener el imperio en el rey Felipe.”


"Conservaré la corona de España, que Dios ha colocado sobre mi cabeza, mientras corra por mis venas una gota de sangre"

Podemos decir que Castilla salvó a Felipe en 1707, conquistaron Valencia, Zaragoza y la mayor parte de Aragón. Al archiduque Carlos sólo le quedaba Barcelona donde se estableció, pero sabía que había perdido la iniciativa en España.

Sin embargo, no sólo podemos pensar que la guerra se libraba en la península. Francia fue también víctima de la contienda, su gran esfuerzo militar en la protección de sus territorios y en España le estaba pasando factura, tanto es así, que Luis XIV buscaba la paz a cualquier precio, incluso estaba dispuesto a apartar a su nieto y sacrificar España. En estas circunstancias Felipe V reprimió a su abuelo rechazando la política de Francia y declarando sus simpatías españolas. Lynch nos da la referencia:

“Conservaré la corona de España, que Dios ha colocado sobre mi cabeza, mientras corra por mis venas una gota de sangre. Esta decisión es fruto de mi conciencia, mi honor y el amor hacia mis súbditos. Éstos, estoy convencido, nunca me abandonarán en las circunstancias más adversas… Y yo nunca abandonaré España mientras tenga un hálito de vida”.

En 1710 los aliados se convencieron de que el archiduque no podía conseguir una victoria total en la península, esta falta de confianza les obligó también a considerar su posición europea. En 1711 se va a producir un hecho que va cambiar el rumbo de los acontecimientos. La muerte del emperador austriaco José I, dejaba la corona en manos de su hermano el archiduque. Esta circunstancia causará que el ahora emperador Carlos VI parta de Barcelona y deje de regente a su esposa Isabel Cristina, la cual durará hasta 1713. Los catalanes perdieron a sus aliados y finalmente en septiembre de 1714 la batalla por la ciudad de Barcelona. Estos sucesos van a provocar que se retiren de Cataluña y poner fin a la Guerra de Sucesión.

El agotamiento de todos los contendientes, los éxitos españoles en la península, el cambio de la monarquía en Austria…, propiciaron el clima necesario para resolver el conflicto armado. Desde 1711 Francia e Inglaterra deseaban entenderse y llegar a un acuerdo que al fin llegaría en 1713 con la Paz de Utrecht entre Francia, Inglaterra, Holanda, Saboya y Prusia. Austria no aceptó el tratado en un primer momento (aunque todos sus aliados sí lo hicieron), lo que provocó que se alargara el conflicto hasta 1714, cuando en Rastatt se firma la paz y Carlos VI reconoce a Felipe V como rey de España con las disposiciones fijadas en Utrecht.

El tratado de Utrecht se firma el 11 de abril de 1713. Felipe V fue reconocido rey de España y de las Indias, declaró sucesor de la corona al duque de Saboya en caso de que se extinguiese su linaje y renunció a los derechos de sucesión al trono de Francia. El emperador Carlos VI recibió las posesiones españolas de los Países Bajos y las italianas (Nápoles, Milán y Cerdeña), menos Sicilia que fue a parar al duque de Saboya.

Gran Bretaña recibe de Luis XIV la cesión de la isla deSan Cristóbal, y los territorios de la bahía de Hudson, Acadia y Terranova, en América del Norte. De España obtiene la cesión de Gibraltar y Menorca, además del asiento de negros (permiso de venta de negros en América) y el navío de permiso (permiso de venta en América del cargamento de un barco al año), lo que consagra la hegemonía mundial de Inglaterra en los mares y en el comercio.

Podemos decir que España perdió y ganó con las disposiciones del tratado. Perdió porque el acuerdo supuso la entrega de los territorios italianos y el de los Países Bajos, aunque en los últimos años se habían convertido en lastres, ya que consumían más que incrementaban en recursos; y ganó puesto que quedo intacto tanto el imperio americano como la península (a excepción de Gibraltar).

El tratado servirá para mantener la paz mediante un equilibrio entre los países. Nos deja una nueva Europa, una Europa llena de cambios territoriales, políticos y comerciales. Las grandes potencias se enfrascan en una era de incertidumbre, nuevas disposiciones y poderes que los protagonistas de nuestra historia irán descubriendo con el ritmo de sus acontecimientos.

FUENTE: elpisapapeles.com

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