Al salir la imagen bajo el palio que forma el pórtico conventual, un solemne silencio invade la recoleta plaza. El silencio se oye hasta que es roto por el devoto canto de los versículos del Miserere que interpreta el coro del Capítulo, como lo hará catorce veces a lo largo del recorrido. Pocos segundos después, los sonidos del tambor destemplado que, desde la década de los ochenta del siglo pasado, toca un caballero penitente anunciando el comienzo de la procesión en forma de Vía Crucis, quiebra el augusto silencio.
En su largo discurrir por las calles del cerro toledano, los millares de personas que las abarrotan guardarán un reverente y respetuoso silencio al paso de los penitentes, con hábito reglamentario de dominicos y farol en la mano, que se turnan ordenadamente para llevar en sus hombros a la imagen que representa una de las caídas de Jesucristo en su penoso y redentor camino hacia El Calvario.
Las andas de Cristo Redentor, cuya imagen fue un regalo de un canónigo de la catedral primada allá por el año 1859 a las monjas dominicas, rozarán a su paso los muros conventuales de los monasterios de las dominicas de Santo Domingo, las franciscanas de la Concepción Capuchina, las cistercienses de San Clemente, las franciscanas de Santa Clara y las comendadoras del Apóstol Santiago. Las religiosas, desde su lugar de recogimiento, después de un día de oración y trabajo preparando sus preciosos monumentos para guardar el Cuerpo de Cristo del Jueves al Viernes Santo, rezarán devotamente al paso del cortejo.
En numerosas partes del recorrido los costaleros tendrán dificultades para pasar debido a la multitud de personas que se apoya en las paredes de las estrechas calles. Algunos tocarán el manto del Redentor y se santiguarán. Este año lucirá el que en 1977 le donó Vicenta Montero.
El recorrido que realizará será el siguiente: plaza de Santo Domingo el Real, Buzones, Merced, Tendillas, Esteban Illán, San Román, San Clemente, plaza de Valdecaleros, Aljibillo, Rojas, plaza de El Salvador, Trinidad, Jesús y María, plaza de Juan de Mariana, Alfonso X, Navarro Ledesma, Nuncio Viejo, Hombre de Palo, Cuatro Calles, Martín Gamero, Tornerías, Solarejo, Comercio, Zocodover, Sillería, Alfileritos, Cubillo de San Vicente, cobertizo de Santa Clara y plaza de Santo Domingo.
El Cristo de la Humildad
Tirando de libros de historia, conviene recordar que desde la década de los años sesenta del siglo XVII hasta que las tropas francesas destruyeron gran parte del monasterio de San Juan de los Reyes, salía, por la tarde, la procesión que organizaba la cofradía del Santísimo Cristo de la Humildad.
Desfilaban estos cinco pasos: La Oración en el Huerto, Adivina, Humildad, Crucificado y la Virgen con San Juan, que eran portados a hombros por 36 mozos con horquillas de hierro y les acompañaban 14 más que llevaban los ciriales y un clarinero; todos iban revestidos con túnicas de lienzo morado.
Entre los pasos, iban cuatro estandartes, tres de ellos pendones de damasco carmesí, guarnecidos de fleco y con cordones y borlas de seda moradas y las cruces de bronce.
Abría la procesión un cofrade con la demanda, que era una bacía de azófar y en ella una imagen pequeña del Cristo de la Humildad, con potencias de plata. Nada sabemos del recorrido de la procesión, aunque es muy posible que llegase a la catedral primada e hiciese estación de penitencia durante las Tinieblas que se celebran en la tarde del Miércoles Santo.
FUENTE:ABC.es
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