Vicente Benavides Llanos nació en el pueblo de Quirihue (provincia de Itata) en 1777 y murió ajusticiado a los 45 años, en 1822, en Santiago de Chile. Militar realista, caudillo de los últimos reductos durante la guerra de Independencia de Chile.
Hijo de Toribio Benavides, alcalde de la cárcel de Quirihue, y de María Isabel Llanos. Nieto en cuarta generación de Salvador de Benavides y Poveda, nacido en España de la familia de los Marqueses de Cañada Hermosa.
Desde muy joven trabajó como funcionario del Real Estanco de Tabacos. Encargado de transportar los caudales entre los pueblos del sur y Santiago.
En 1810, con la llegada de la revolución, Benavides se enroló en el regimiento de Granaderos de Chile donde alcanzó el grado de sargento. Con este regimiento participó en la Expedición Auxiliadora de Chile, enviada en apoyo de los revolucionarios de la Provincias Unidas del Río de la Plata, para ayudar a la independencia de Argentina en 1811.
Esta expedición de unos 500 hombres, trescientos infantes y doscientos dragones de la Frontera, sirvió en Argentina hasta 1813, y volvió a Chile para luchar contra la invasión de las tropas realistas.
De vuelta a Concepción, Benavides deserta de las filas insurrectas pasándose a las tropas reales.
Capturado por los revolucionarios en el combate de Membrillar, marzo de 1814, logro escaparse de sus captores en medio de un catastrófico incendio.
Se incorporó como sargento en el Batallón de Infantería Ligera Concepción. Con su batallón participó en la batalla de Rancagua, octubre de 1814, ganada por las fuerzas realistas al mando del brigadier Mariano Osorio, que acabo con el primer periodo independentista de Chile, conocido como Patria Vieja, reconquistando el territorio y obligando a las fuerzas independentistas a refugiarse en Mendoza, Argentina, junto a las tropas argentinas del Ejercito de los Andes mandadas por el general San Martín.
Benavides se distinguió en esta batalla por lo que fue ascendido a subteniente.
Durante los tres años de la restauración de la Monarquía Española, Benavides se mantuvo sirviendo en su Batallón en Valparaíso y en Concepción. Durante este periodo se casó con Teresa Ferrer y Santibáñez de Roa.
En 1817, tras la derrota del Ejercito Real de Chile en Chacabuco por las tropas argentinas del Ejercito de los Andes, mandado por el General San Martín, los restos realistas se repliegan hasta la vecina plaza de Talcahuano.
A finales de año, Benavides, ya ascendido a capitán, organiza una campaña de guerrillas con las que se interna en el mismo corazón de la Frontera, hostilizando a las fuerzas insurgentes con el apoyo incondicional de los mapuches.
Un año después, en 1818, en la famosa batalla de Maipú, es nuevamente capturado junto con su hermano Tomás. Batalla, donde 4 batallones españoles (Burgos, Arequipa, Concepción e Infante Don Carlos) se quedaron solos en el campo rodeados por todas partes, después de que su general Mariano Osorio, creyéndolo todo perdido, se retiró con la caballería. A pesar de ello, se resistieron a rendirse o huir.
Del Batallón de Burgos salieron unas voces que proclamaban: Aquí está el Burgos. Dieciocho batallas ganadas, ninguna perdida. Mientras ondeaban su bandera laureada, victoriosa en la batalla de Bailén y en tantos otros combates.
Los batallones, formados en cuadro, resistieron un asalto de los cazadores a caballo y dos asaltos más de infantería sin deshacerse. Los cuadros españoles, formados por unos 2.000 hombres, empezaron a retirase hacia un caserío cercano, mandados por el brigadier Ordoñez y el jefe del estado Mayor, Coronel Joaquín Primo de Rivera.
Durante el movimiento fueron atacados continuamente por la artillería con metralla, hostigados por todas partes pero, a pesar de dejar un reguero de muertos a lo largo del trayecto, no rompieron las filas y siguieron marchando en orden. Sufrieron un tercio de bajas, pero guardaron la formación y llegaron al caserío.
Volvieron a sufrir un nuevo asalto que volvió a ser rechazado con graves bajas para los asaltantes. Antes su tenaz resistencia, San Martín decidió acabar con ellos desde la distancia por medio de la artillería. Los realistas soportaron el fuego, directo y a corta distancia, de 17 cañones.
En el asalto final de los insurrectos, los pocos defensores que quedaban fueron arrollados y, Ordoñez y Primo de Rivera, tuvieron que rendirse.
Entre los supervivientes del Batallón de Concepción estaban el capitán Benavides y su hermano Timoteo.
Considerados ambos peligrosos realistas, fueron inmediatamente condenados a muerte.
Fueron fusilados en las afueras de Santiago, sin embargo, nuestro héroe salvó la vida a pesar de que sus verdugos lo dejaron al borde de la muerte. Su hermano Timoteo murió en el fusilamiento.
Vendándose como pudo sus heridas y, con ayuda de unos campesinos, logró llegar a Santiago donde su mujer y unos amigos lo protegieron ocultándolo hasta su recuperación.
Sus contactos intercedieron con el general San Martín para que le concediera un indulto a cambio de su reincorporación al ejército insurgente. Básicamente se esperaba que actuase como espía dentro del campo español y como enlace con las partidas de desertores que quedaban al sur de la Frontera.
Al llegar a la Frontera, Benavides vuelve a cambiar de bando incorporarse al ejército real que en aquel momento estaba evacuando Concepción al mando del coronel Juan Francisco Sánchez, quien le deja una compañía de 50 hombres para que haga frente al ejército rebelde.
Rápidamente reunió un ejército de 1.700 hombres a los que se sumaron miles de indios mapuches de las tribus: abajinos, arribanos y costinos, además de de los pehuenches.
Logró contactar con las fuerzas españolas de la Isla de Chiloé donde le proporcionaron auxilio. Enterado el Virrey de Perú, Joaquín de Pezuela, lo ascendió a Coronel.
Con sus 3.000 hombres, inicio la llamada Guerra a Muerte (1819 a 1824) que se caracterizó por la ferocidad con la que se actuaba. Su objetivo era derrotar al gobierno republicano apoyándose en el amplio movimiento social de las clases menos favorecidas y populares que se resistían, con las armas en la mano, a la instalación de un régimen republicano.
Arrasando sistemáticamente la Frontera y manteniendo una guerra de guerrilla con el objetivo de la destrucción total del adversario, Benavides logró ser el líder indiscutido de las fuerzas realistas poniendo en jaque a las autoridades republicanas.
Las deserciones de las fuerzas insurgentes crecían lo mismo que el desabastecimiento y descoordinación de sus jefes. En estas circunstancias, las fuerzas realistas realizaron una acometida para aniquilar a los republicanos rebeldes, avanzando hacia Santiago aprovechando la pobreza e inseguridad que ocasionaba la inestabilidad política y los problemas de la famosa expedición al Perú.
En Mayo de 1820, Benavides arrasó el poblado de Talcahuano. Su lugarteniente, Juan Manuel Picó, venció a los republicanos en la batalla del Pangal en Septiembre de 1820. Ambos líderes juntos acabaron de derrotar, unos días más tarde, al ejército republicano en la batalla de Tarpellanca.
A raíz de estas derrotas del ejército insurgente, los realistas tomaron Concepción en Octubre.
Pero, en la batalla de los llanos de Saldías, octubre de 1821, el ejército de Benavides fue aniquilado.
La guerra, a partir de ese instante, continuó en forma de guerrilla. La rivalidad de los jefes de las partidas destruyó el mando central de Benavides.
La marginación de nuestro héroe en esta nueva etapa, hace que decida dirigirse por mar a Perú donde continuar la guerra.
Embarca junto a un grupo llegando hasta Topoalma, donde deciden arribar a la costa y aprovisionarse de agua y alimentos.
Traicionado por uno de sus compañeros, las autoridades locales lo apresan en Febrero de 1822. Enviado a Santiago es ajusticiado en la Plaza de Armas el 23 de Febrero de 1822.
Tras su captura, los supervivientes de sus fuerzas continuaron luchando y lanzando sus ataques en la región entre los ríos Cachapoal y Bio Bio, en plena Frontera, hasta la derrota del clan de los Pincheira, en 1832, en la batalla de las lagunas de Epulafquen, al norte de la actual provincia argentina de Neuquén.
Esta derrota ocurrió 8 años después de la derrota realista en la batalla de Ayacucho, en 1824, considerada la última batalla de la independencia de Sudamérica y el fin del Virreinato de Perú; 4 años antes de la renuncia formal de la soberanía española de sus posesiones continentales americanas en 1836, y un año antes del inicio la Primera Guerra Carlista en 1833.
FUENTE: elcorreodepozuelo.com
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