ANTECEDENTES (1565-1646)
La piratería enemiga en Filipinas, alejado pero estratégico dominio español, no fue un hecho aislado. Desde los inicios de la colonización española hacia 1565, el archipiélago soportó el acoso de piratas y corsarios con el paso de los siglos, con mejor o peor fortuna. Pese a toda adversidad, los españoles pudimos conservar (no sin mucho sacrificio) nuestra privilegiada posición en el Pacíficio durante más de tres siglos.
A raíz de la llamada guerra de los 80 años y debido al hecho de que Holanda desplaza a Gran Bretaña en el dominio de los mares, los corsarios holandeses no tardaron en protagonizar acciones de piratería sobre los champanes y juncos chinos que viajaban a Filipinas, perjudicando nuestro comercio, además de hacer escaramuzas sobre la bahía de Manila y otras costas del archipiélago.
En concreto existen registros de incidentes con embarcaciones de bandera holandesa en los siguientes años:
1600: el 14 de diciembre, un escuadrón holandés de Olivier van Noort atacó una flota española de Antonio de Morga cerca de la isla Fortuna.
1609: Francois de Wittert intentó atacar Manila con cuatro barcos pero fue repelido por el gobernador general Juan de Silva que contraatacó y derrotó a los holandeses en una escaramuza en Playa Honda (Botolan), donde muere Wittert.
1616: en octubre, Joris van Spilbergen bloqueó la bahía de Manila con 10 galeones, pero una escuadra española de 7 barcos al mando de Juan Ronquillo le rechaza, hundiendo el buque insignia enemigo “Sol de Holanda”
1640-1641: tres barcos holandeses situados en el embocadero de San Bernandino trataron de capturar galeones que venían de Acapulco, Nueva España. Los galeones españoles fueron alertados de la presencia enemiga por señales luminosas desde el puerto y pusieron un rumbo alternativo.
1642: los holandeses capturan Formosa y expulsan a los comerciantes españoles residentes.
La situación en 1644 no era menos preocupante que las crisis comentadas en la otra entrada.
El gobernador Don Diego Fajardo Chacón tan pronto llegó de España y tomó su cargo ese año tuvo que hacer frente a varios sultanes indonesios y rebeldes musulmanes en Mindanao.
Para colmo el comercio estaba muy debilitado y no llegaban mercancías desde Acapulco (Nueva España) desde hacía 2 años. Había además escasez de pertrechos para los astilleros y los efectivos para las guarniciones y las dotaciones de las naves eran insuficientes.
En julio de 1645 llegan de Acapulco a Manila los Galeones Encarnación y Rosario con nuevos recursos y el arzobispo electo de Manila Don Fernando Montero de Espinosa. El arzobispo se contagió de unas fiebres en su camino a Manila y murió causando la consternación de los fieles de su nueva diócesis, tan necesitados de ayuda espiritual.
Para empeorar las cosas, el 30 de noviembre de 1645 hubo un terremoto en Manila a lo que siguió otra réplica el 5 de diciembre, cobrándose un millar de vidas y 150 edificios e incontables daños materiales en los campos de las provincias. Pero lo peor de todo es que ya hubo varias erupciones volcánicas entre 1633-1640 en aquella castigada región.
COMBATES CONTRA HOLANDA (1646)
Mientras tanto representantes de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales se reunen en Batavia (Yakarta) desde donde planean apoderarse de Filipinas. Es así como se decide enviar a tres escuadrones.
El primero eran 4 galeones y un patache rumbo a Ilocos y Panagisan, con el fin de apropiarse del comercio con China y rebelar a los nativos.
En el segundo 5 galeones y dos brulotes rumbo a Zamboanga y después al estrecho de San Bernardino para capturar el galeón que iba a venir desde Acapulco.
El tercero tenía 6 galeones para mermar las comunicaciones navales del archipiélago con el exterior, cortando la comunicación de Manila con Ternate y Macasar.
Pasada la época de monzones estos tres escuadrones debían concentrar esfuerzos en Manila para atacarla y tomarla.
El 1 de febrero de 1646 una escuadra holandesa es avistada en Ilocos y Panagisan. Los holandeses intentan convencer a los nativos para que se rebelen contra los españoles, sin éxito, lo que lleva al saqueo de varias poblaciones hasta la llegada de milicias españolas que les obligan a reembarcar.
Fajardo, alarmado convoca un consejo de guerra y hace inventario, dispone de los dos maltratados galeones llegados el año pasado, Nuestra Señora de la Encarnación (la capitana) y Nuestra Señora del Rosario (la almiranta) que habían atracado en Cavite desde Nueva España en julio 1645. Se le asigna el mando de los mismos a Lorenzo Ugalde de Orellana (también conocido como Lorenzo Orella y Ugalde) en la Encarnación y el segundo al mando el almirante andaluz Sebastián López en el Rosario, mientras que Agustín de Cepeda es elegido sargento mayor.
Cuatro compañías de infantería son embarcadas en cada galeón, mandadas respectivamente por los capitanes Juan Enríquez de Miranda, Gaspar Cardoso en la capitana y Juan Martínez Capelo y Gabriel Miño de Guzmán en la almiranta.
Las tripulaciones aceptaron sendos capellanes dominicos a bordo y tomaron a la virgen del Rosario como patrona.
Primera batalla: Cabo Bolinao
Península de Bolinao, golfo de Lingayen, y provincia de Pangasinán, en la isla Luzón.
Detalle del golfo de Manila
El 3 de marzo zarpan de Cavite los dos galeones españoles, al no encontrar enemigo en isla Mariveles ponen rumbo a Pangasinán en la misma Luzón, al noroeste de la bahía de Manila, llegando allí el 15 de marzo.
La escuadra holandesa de 4 buques enemigos es avistada por la almiranta a las 9 de la mañana, alertando a la capitana por cañonazo.
A las 3 de la tarde se inician los combates, formando ambas escuadras en línea. El galeón Rosario es el que sufre más castigo, pero esto permite a la Encarnación concentrar su fuego sobre los buques enemigos dañando severamente a su buque insignia. Tras cinco horas de combate los holandeses se retiran amparados en la oscuridad de la noche.
Pese a ser minoría, los dos galeones españoles persiguen a la superior escuadra enemiga hasta el cabo Bojador en el extremo norte de Luzón. Al amanecer del día siguiente, al perderse la escuadra enemiga Ugalde da orden de regreso, sufriendo solo daños menores sus naves y sólo algunos muertos.
Asedio de Ticao
Isla de Ticao
En abril de 1646, tras capturar dos barcos españoles, la segunda escuadra holandesa es avistada en la fortaleza de Zamboanga, suroeste de la isla de Mindanao.
Tras un ataque frustrado, los holandeses desembarcan en la ensenada de Caldera. El capitán Pedro Durán de Monforte, con 30 españoles y dos compañías indígenas logra rechazar este ataque a la fortaleza, causándoles un centenar de bajas y obligándoles a reembarcar.
Tras recibir la orden del gobernador, el 1 de junio de 1646 Ugalde llega al puero de San Fernandino en Ticao con sus dos galeones, donde espera la llegada del galeón San Luis desde Acapulco. Desde allí debe escoltarlo a su destino.
El 22 de junio se avista esta escuadra holandesa acercándose a Ticao, identificándose 7 buques y 16 lanchas.
Ugalde ahora estaba en una situación comprometida, la escuadra holandesa le había bloqueado en el puerto, y superaba ampliamente a sus dos galeones. Para colmo el galeón de Acapulco aún no había aparecido.
Temiendo ser atacados por tierra, Ugalde desembarca a 150 hombres al mando del sargento mayor Don Agustín de Cepeda junto con el capitán Gaspar Cardoso y algunos cañones.
Ese día a las 10 de la noche, los holandeses envian cuatro lanchas a reconocer el puerto. Los españoles les dejan acercarse y esperan a que desembarquen para recibirles con fuego de fusilería, causándoles graves bajas y obligándoles a reembarcar.
Los ataques de las lanchas contra los dos galeones en los días siguientes fueron igualmente infructuosos. Al cabo de un mes los españoles seguían resistiendo.
La fortuna quiso que cuatro prisioneros de la escuadra holandesa consiguieran escapar e informar a Ugalde de los planes enemigos, las escuadras holandesas debían converger sobre Manila para tomarla.
El 24 de julio los holandeses desisten en someter a los galeones españoles y al no llegar el otro galeón español, ponen rumbo a Manila como tenían previsto.
El 25 de julio, Ugalde, libre del bloqueo vuelve a hacerse a la mar para enfrentarse a la armada holandesa, seguro de que el San Luis ha recalado en otro puerto cercano.
El galeón San Luis sufrió desperfectos por el temporal pero pudo recalar en el puerto de Cahayán donde desembarcó su mercancía antes de hundirse al ser arrastrado por la corriente y chocar contra las rocas.
Segunda batalla: Marinduque
Isla de Marinduque
Consciente de que Manila está indefensa (sin barcos ni artillería), Ugalde se apresta a perseguir a los holandeses con sus exiguas fuerzas.
Los dos galeones españoles interceptaron a los mismos 7 buques holandeses entre las islas de Banton y Marinduque el 28 de julio. Los españoles se encomendaron a la virgen del Rosario y prometieron hacer acción de gracias a la misma si salían victoriosos.
La batalla se desató el 29 de julio a eso de las 7 de la tarde. Las 7 naves holandesas rodearon a la Encarnación que se batió contra ellos como un demonio, mientras la Rosario disparaba en apoyo de su compañera desde fuera del cordón enemigo.
La Encarnación estuvo a punto de ser abordada pero la pericia de la tripulación hispanofilipina al cortar los cabos de abordaje lo evitó.
Los holandeses entonces mandaron a uno de sus brulotes a prender fuego a la Encarnación, pero fue rechazado de una andanada. Después lo intentaron con la Rosario pero esta vez detonándose la flamígera mercancía del holandés que explotó matando a su tripulación en el acto.
Los holandeses desistieron al anochecer y huyeron. No hubo ninguna baja en la Encarnación y la Rosario solo perdió cinco hombres.
Tercera batalla: Mindoro
Al día siguiente la escuadra española persigue a los holandeses que solo tienen seis naves, siendo interceptados por los dos galeones el 31 de julio a las 2 de la tarde cerca de Mindoro, en su costa sureste.
Los holandeses estaban esta vez a la defensiva, y trataron sin éxito de desarbolar a la Rosario.
Los holandeses remolcaron su último brulote hacia la escuadra española pero el fuego de los cañones y armas de cubierta los destrozaron hundiéndolo con su carga al grito de los españoles de “Ave María” y “Viva la fe de Cristo y la Santísima Virgen del Rosario”.
La batalla se prolongó hasta las 6 de la tarde, huyendo los holandeses de nuevo en la noche con su buque insignia severamente dañado.
En agosto, la escuadra española regresa a Cavite para reparación. La tripulación es recibida como héroes en Manila y cumplen con sus votos prometidos a la virgen en la iglesia de Santo Domingo de Manila.
El general Orellana se retira del servicio siendo recompensado con una encomienda, mientras que los demás son ascendidos por el gobernador general.
Cuarta batalla: Ambil
Mindoro al sur, Ambil la pequeña isla al noroeste.
Estas victorias rebajan la alarma en las autoridades, que permiten al recién llegado galeón San Diego, navegar a San Bernardino en Ticao sin escolta.
Pero tres barcos de la tercera escuadra holandesa ya estaban entrando en aguas filipinas.
El General Cristoval Marquez de Valenzuela, capitán del San Diego se sorprendió al encontrar los barcos holandeses cerca de la isla Fortuna, en Nasugbu, Batangas.
Viendo que no era un barco de guerra, los holandeses acosaron al San Diego, que escapa por los pelos hacia Mariveles, informando en Cavite la presencia enemiga.
El gobernador Fajardo ordena a su sargento mayor Manuel Estacio de Venegas formar una nueva armada formada por la Encarnación, la Rosario y el San Diego (convertido a barco de guerra) a los que suma una galera y cuatro bergantines.
En esta ocasión, Sebastián López es puesto al mando de toda la escuadra, en la Encarnación, mientras que Agustín de Cepeda queda de almirante en la Rosario.
Se siguen manteniendo capellanes en cada nave y el gobernador Fajardo ordena que se renueven los votos realizados a la virgen.
El 16 de septiembre de 1646 la escuadra navega a Fortuna pero al no encontrar allí holandeses se dirige a Mindoro, encontrándolos entre Ambil y las islas Lubang.
La batalla se desata a las 4 de la tarde, con el viento en contra de la escuadra española y bombardeos a larga distancia durante 5 horas.
A las 9 de la noche la Rosario se desvía y se ve rodeada por tres naves enemigas, el galeón resiste durante 4 horas pese a los intentos de la Encarnación por acercarse. Finalmente consigue zafarse y refugiarse en cabo Calavite.
Quinta batalla: Mariveles
Mariveles, en la boca oeste del golfo de Manila, Cavite al este.
La batalla final tuvo lugar el 6 de octubre, con la escuadra española dispersada e intentando refugiarse en Mariveles.
Tres barcos holandeses, viendo que los tres galeones estaban muy separados se lanzaron al ataque.
El General López esperó a que se acercaran los holandeses, temiendo ser alejado de sus aliados aún más por las corrientes.
La Encarnación levó el ancla y se defendió de las tres naves holandesas siendo arrastrada por la corriente con ellas lejos del San Diego.
Tras 4 horas de bombardeo intenso, la Encarnación provocó graves daños en los atacantes, obligándoles a retirarse.
Al parar el viento, la galera pudo remar y alcanzar al buque insignia holandés. Pese a estar en franca desventaja en número de cañones, la galera recargó rápido e hizo graves estragos.
El buque insignia holandés estaba al borde de hundirse, pero el viento volvió posibilitando la huida de los holandeses. Encaración y galera se dieron a la persecución en el anochecer pero los holandeses huyeron.
Solo hubo que lamentar 4 bajas en la Encarnación.
Tras esta victoria la escuadra regresó a Manila donde cumplió sus votos con la virgen del Rosario de la Iglesia de Santo Domingo de Intramuros.
El 20 de enero de 1647 la victoria fue celebrada con fiesta, desfile y procesión con el compromiso de repetir las celebreciones cada año.
El 6 de abril de 1647 el padre dominico Diego Rodríguez solicitó al vicario de Manila la declaración de Intercesión milagrosa de la Virgen del Rosario en virtud de lo siguiente:
Solo hubo 15 bajas propias entre todas las batallas.
Que las dos naves españolas eran muy viejas e inadecuadas para el combate, y estaban en total inferioridad.
Que los soldados españoles rezaron a la virgen del Rosario en coros, intercediendo esta por ellos en nombre de Dios.
COMBATES DE 1647-1648
Batalla de Cavite, 1647
El 10 de junio de 1647, en el puerto de Cavite, bahía de Manila, se detecta una escuadra de 12 navíos holandeses dispuestos a bloquear el puerto. Las baterías españolas responden a la alarma y abren fuego, hundiendo el buque insignia holandés y posiblemente otro navío de la escuadra.
La fortaleza de Porta Varga que guarda el puerto resulta destruida pero los holandeses abandonan la intentona.
Los holandeses continuarán merodeando por esas aguas hasta 1648 con el fin de la guerra, mediante el tratado de Westfalia.
Cavite es mucho más célebre por la batalla que tuvo lugar allí durante la Guerra de Agresión Yanki sobre Filipinas, en 1898.
Sucesos posteriores
Más de un siglo después (1762-1764), en el marco de la Guerra de los 7 Años los codiciosos ingleses intentaron algo parecido, llegando a capturar Manila, pero fueron también finalmente expulsados pese a los limitados recursos del archipiélago.
FUENTE:https://aforjar.wordpress.com/2014/05/10/simon-de-anda-defesnor-de-filipinas-1762-1764/
La piratería enemiga en Filipinas, alejado pero estratégico dominio español, no fue un hecho aislado. Desde los inicios de la colonización española hacia 1565, el archipiélago soportó el acoso de piratas y corsarios con el paso de los siglos, con mejor o peor fortuna. Pese a toda adversidad, los españoles pudimos conservar (no sin mucho sacrificio) nuestra privilegiada posición en el Pacíficio durante más de tres siglos.
A raíz de la llamada guerra de los 80 años y debido al hecho de que Holanda desplaza a Gran Bretaña en el dominio de los mares, los corsarios holandeses no tardaron en protagonizar acciones de piratería sobre los champanes y juncos chinos que viajaban a Filipinas, perjudicando nuestro comercio, además de hacer escaramuzas sobre la bahía de Manila y otras costas del archipiélago.
En concreto existen registros de incidentes con embarcaciones de bandera holandesa en los siguientes años:
1600: el 14 de diciembre, un escuadrón holandés de Olivier van Noort atacó una flota española de Antonio de Morga cerca de la isla Fortuna.
1609: Francois de Wittert intentó atacar Manila con cuatro barcos pero fue repelido por el gobernador general Juan de Silva que contraatacó y derrotó a los holandeses en una escaramuza en Playa Honda (Botolan), donde muere Wittert.
1616: en octubre, Joris van Spilbergen bloqueó la bahía de Manila con 10 galeones, pero una escuadra española de 7 barcos al mando de Juan Ronquillo le rechaza, hundiendo el buque insignia enemigo “Sol de Holanda”
1640-1641: tres barcos holandeses situados en el embocadero de San Bernandino trataron de capturar galeones que venían de Acapulco, Nueva España. Los galeones españoles fueron alertados de la presencia enemiga por señales luminosas desde el puerto y pusieron un rumbo alternativo.
1642: los holandeses capturan Formosa y expulsan a los comerciantes españoles residentes.
La situación en 1644 no era menos preocupante que las crisis comentadas en la otra entrada.
El gobernador Don Diego Fajardo Chacón tan pronto llegó de España y tomó su cargo ese año tuvo que hacer frente a varios sultanes indonesios y rebeldes musulmanes en Mindanao.
Para colmo el comercio estaba muy debilitado y no llegaban mercancías desde Acapulco (Nueva España) desde hacía 2 años. Había además escasez de pertrechos para los astilleros y los efectivos para las guarniciones y las dotaciones de las naves eran insuficientes.
En julio de 1645 llegan de Acapulco a Manila los Galeones Encarnación y Rosario con nuevos recursos y el arzobispo electo de Manila Don Fernando Montero de Espinosa. El arzobispo se contagió de unas fiebres en su camino a Manila y murió causando la consternación de los fieles de su nueva diócesis, tan necesitados de ayuda espiritual.
Para empeorar las cosas, el 30 de noviembre de 1645 hubo un terremoto en Manila a lo que siguió otra réplica el 5 de diciembre, cobrándose un millar de vidas y 150 edificios e incontables daños materiales en los campos de las provincias. Pero lo peor de todo es que ya hubo varias erupciones volcánicas entre 1633-1640 en aquella castigada región.
COMBATES CONTRA HOLANDA (1646)
Mientras tanto representantes de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales se reunen en Batavia (Yakarta) desde donde planean apoderarse de Filipinas. Es así como se decide enviar a tres escuadrones.
El primero eran 4 galeones y un patache rumbo a Ilocos y Panagisan, con el fin de apropiarse del comercio con China y rebelar a los nativos.
En el segundo 5 galeones y dos brulotes rumbo a Zamboanga y después al estrecho de San Bernardino para capturar el galeón que iba a venir desde Acapulco.
El tercero tenía 6 galeones para mermar las comunicaciones navales del archipiélago con el exterior, cortando la comunicación de Manila con Ternate y Macasar.
Pasada la época de monzones estos tres escuadrones debían concentrar esfuerzos en Manila para atacarla y tomarla.
El 1 de febrero de 1646 una escuadra holandesa es avistada en Ilocos y Panagisan. Los holandeses intentan convencer a los nativos para que se rebelen contra los españoles, sin éxito, lo que lleva al saqueo de varias poblaciones hasta la llegada de milicias españolas que les obligan a reembarcar.
Fajardo, alarmado convoca un consejo de guerra y hace inventario, dispone de los dos maltratados galeones llegados el año pasado, Nuestra Señora de la Encarnación (la capitana) y Nuestra Señora del Rosario (la almiranta) que habían atracado en Cavite desde Nueva España en julio 1645. Se le asigna el mando de los mismos a Lorenzo Ugalde de Orellana (también conocido como Lorenzo Orella y Ugalde) en la Encarnación y el segundo al mando el almirante andaluz Sebastián López en el Rosario, mientras que Agustín de Cepeda es elegido sargento mayor.
Cuatro compañías de infantería son embarcadas en cada galeón, mandadas respectivamente por los capitanes Juan Enríquez de Miranda, Gaspar Cardoso en la capitana y Juan Martínez Capelo y Gabriel Miño de Guzmán en la almiranta.
Las tripulaciones aceptaron sendos capellanes dominicos a bordo y tomaron a la virgen del Rosario como patrona.
Primera batalla: Cabo Bolinao
Península de Bolinao, golfo de Lingayen, y provincia de Pangasinán, en la isla Luzón.
Detalle del golfo de Manila
El 3 de marzo zarpan de Cavite los dos galeones españoles, al no encontrar enemigo en isla Mariveles ponen rumbo a Pangasinán en la misma Luzón, al noroeste de la bahía de Manila, llegando allí el 15 de marzo.
La escuadra holandesa de 4 buques enemigos es avistada por la almiranta a las 9 de la mañana, alertando a la capitana por cañonazo.
A las 3 de la tarde se inician los combates, formando ambas escuadras en línea. El galeón Rosario es el que sufre más castigo, pero esto permite a la Encarnación concentrar su fuego sobre los buques enemigos dañando severamente a su buque insignia. Tras cinco horas de combate los holandeses se retiran amparados en la oscuridad de la noche.
Pese a ser minoría, los dos galeones españoles persiguen a la superior escuadra enemiga hasta el cabo Bojador en el extremo norte de Luzón. Al amanecer del día siguiente, al perderse la escuadra enemiga Ugalde da orden de regreso, sufriendo solo daños menores sus naves y sólo algunos muertos.
Asedio de Ticao
Isla de Ticao
En abril de 1646, tras capturar dos barcos españoles, la segunda escuadra holandesa es avistada en la fortaleza de Zamboanga, suroeste de la isla de Mindanao.
Tras un ataque frustrado, los holandeses desembarcan en la ensenada de Caldera. El capitán Pedro Durán de Monforte, con 30 españoles y dos compañías indígenas logra rechazar este ataque a la fortaleza, causándoles un centenar de bajas y obligándoles a reembarcar.
Tras recibir la orden del gobernador, el 1 de junio de 1646 Ugalde llega al puero de San Fernandino en Ticao con sus dos galeones, donde espera la llegada del galeón San Luis desde Acapulco. Desde allí debe escoltarlo a su destino.
El 22 de junio se avista esta escuadra holandesa acercándose a Ticao, identificándose 7 buques y 16 lanchas.
Ugalde ahora estaba en una situación comprometida, la escuadra holandesa le había bloqueado en el puerto, y superaba ampliamente a sus dos galeones. Para colmo el galeón de Acapulco aún no había aparecido.
Temiendo ser atacados por tierra, Ugalde desembarca a 150 hombres al mando del sargento mayor Don Agustín de Cepeda junto con el capitán Gaspar Cardoso y algunos cañones.
Ese día a las 10 de la noche, los holandeses envian cuatro lanchas a reconocer el puerto. Los españoles les dejan acercarse y esperan a que desembarquen para recibirles con fuego de fusilería, causándoles graves bajas y obligándoles a reembarcar.
Los ataques de las lanchas contra los dos galeones en los días siguientes fueron igualmente infructuosos. Al cabo de un mes los españoles seguían resistiendo.
La fortuna quiso que cuatro prisioneros de la escuadra holandesa consiguieran escapar e informar a Ugalde de los planes enemigos, las escuadras holandesas debían converger sobre Manila para tomarla.
El 24 de julio los holandeses desisten en someter a los galeones españoles y al no llegar el otro galeón español, ponen rumbo a Manila como tenían previsto.
El 25 de julio, Ugalde, libre del bloqueo vuelve a hacerse a la mar para enfrentarse a la armada holandesa, seguro de que el San Luis ha recalado en otro puerto cercano.
El galeón San Luis sufrió desperfectos por el temporal pero pudo recalar en el puerto de Cahayán donde desembarcó su mercancía antes de hundirse al ser arrastrado por la corriente y chocar contra las rocas.
Segunda batalla: Marinduque
Isla de Marinduque
Consciente de que Manila está indefensa (sin barcos ni artillería), Ugalde se apresta a perseguir a los holandeses con sus exiguas fuerzas.
Los dos galeones españoles interceptaron a los mismos 7 buques holandeses entre las islas de Banton y Marinduque el 28 de julio. Los españoles se encomendaron a la virgen del Rosario y prometieron hacer acción de gracias a la misma si salían victoriosos.
La batalla se desató el 29 de julio a eso de las 7 de la tarde. Las 7 naves holandesas rodearon a la Encarnación que se batió contra ellos como un demonio, mientras la Rosario disparaba en apoyo de su compañera desde fuera del cordón enemigo.
La Encarnación estuvo a punto de ser abordada pero la pericia de la tripulación hispanofilipina al cortar los cabos de abordaje lo evitó.
Los holandeses entonces mandaron a uno de sus brulotes a prender fuego a la Encarnación, pero fue rechazado de una andanada. Después lo intentaron con la Rosario pero esta vez detonándose la flamígera mercancía del holandés que explotó matando a su tripulación en el acto.
Los holandeses desistieron al anochecer y huyeron. No hubo ninguna baja en la Encarnación y la Rosario solo perdió cinco hombres.
Tercera batalla: Mindoro
Al día siguiente la escuadra española persigue a los holandeses que solo tienen seis naves, siendo interceptados por los dos galeones el 31 de julio a las 2 de la tarde cerca de Mindoro, en su costa sureste.
Los holandeses estaban esta vez a la defensiva, y trataron sin éxito de desarbolar a la Rosario.
Los holandeses remolcaron su último brulote hacia la escuadra española pero el fuego de los cañones y armas de cubierta los destrozaron hundiéndolo con su carga al grito de los españoles de “Ave María” y “Viva la fe de Cristo y la Santísima Virgen del Rosario”.
La batalla se prolongó hasta las 6 de la tarde, huyendo los holandeses de nuevo en la noche con su buque insignia severamente dañado.
En agosto, la escuadra española regresa a Cavite para reparación. La tripulación es recibida como héroes en Manila y cumplen con sus votos prometidos a la virgen en la iglesia de Santo Domingo de Manila.
El general Orellana se retira del servicio siendo recompensado con una encomienda, mientras que los demás son ascendidos por el gobernador general.
Cuarta batalla: Ambil
Mindoro al sur, Ambil la pequeña isla al noroeste.
Estas victorias rebajan la alarma en las autoridades, que permiten al recién llegado galeón San Diego, navegar a San Bernardino en Ticao sin escolta.
Pero tres barcos de la tercera escuadra holandesa ya estaban entrando en aguas filipinas.
El General Cristoval Marquez de Valenzuela, capitán del San Diego se sorprendió al encontrar los barcos holandeses cerca de la isla Fortuna, en Nasugbu, Batangas.
Viendo que no era un barco de guerra, los holandeses acosaron al San Diego, que escapa por los pelos hacia Mariveles, informando en Cavite la presencia enemiga.
El gobernador Fajardo ordena a su sargento mayor Manuel Estacio de Venegas formar una nueva armada formada por la Encarnación, la Rosario y el San Diego (convertido a barco de guerra) a los que suma una galera y cuatro bergantines.
En esta ocasión, Sebastián López es puesto al mando de toda la escuadra, en la Encarnación, mientras que Agustín de Cepeda queda de almirante en la Rosario.
Se siguen manteniendo capellanes en cada nave y el gobernador Fajardo ordena que se renueven los votos realizados a la virgen.
El 16 de septiembre de 1646 la escuadra navega a Fortuna pero al no encontrar allí holandeses se dirige a Mindoro, encontrándolos entre Ambil y las islas Lubang.
La batalla se desata a las 4 de la tarde, con el viento en contra de la escuadra española y bombardeos a larga distancia durante 5 horas.
A las 9 de la noche la Rosario se desvía y se ve rodeada por tres naves enemigas, el galeón resiste durante 4 horas pese a los intentos de la Encarnación por acercarse. Finalmente consigue zafarse y refugiarse en cabo Calavite.
Quinta batalla: Mariveles
Mariveles, en la boca oeste del golfo de Manila, Cavite al este.
La batalla final tuvo lugar el 6 de octubre, con la escuadra española dispersada e intentando refugiarse en Mariveles.
Tres barcos holandeses, viendo que los tres galeones estaban muy separados se lanzaron al ataque.
El General López esperó a que se acercaran los holandeses, temiendo ser alejado de sus aliados aún más por las corrientes.
La Encarnación levó el ancla y se defendió de las tres naves holandesas siendo arrastrada por la corriente con ellas lejos del San Diego.
Tras 4 horas de bombardeo intenso, la Encarnación provocó graves daños en los atacantes, obligándoles a retirarse.
Al parar el viento, la galera pudo remar y alcanzar al buque insignia holandés. Pese a estar en franca desventaja en número de cañones, la galera recargó rápido e hizo graves estragos.
El buque insignia holandés estaba al borde de hundirse, pero el viento volvió posibilitando la huida de los holandeses. Encaración y galera se dieron a la persecución en el anochecer pero los holandeses huyeron.
Solo hubo que lamentar 4 bajas en la Encarnación.
Tras esta victoria la escuadra regresó a Manila donde cumplió sus votos con la virgen del Rosario de la Iglesia de Santo Domingo de Intramuros.
El 20 de enero de 1647 la victoria fue celebrada con fiesta, desfile y procesión con el compromiso de repetir las celebreciones cada año.
El 6 de abril de 1647 el padre dominico Diego Rodríguez solicitó al vicario de Manila la declaración de Intercesión milagrosa de la Virgen del Rosario en virtud de lo siguiente:
Solo hubo 15 bajas propias entre todas las batallas.
Que las dos naves españolas eran muy viejas e inadecuadas para el combate, y estaban en total inferioridad.
Que los soldados españoles rezaron a la virgen del Rosario en coros, intercediendo esta por ellos en nombre de Dios.
COMBATES DE 1647-1648
Batalla de Cavite, 1647
El 10 de junio de 1647, en el puerto de Cavite, bahía de Manila, se detecta una escuadra de 12 navíos holandeses dispuestos a bloquear el puerto. Las baterías españolas responden a la alarma y abren fuego, hundiendo el buque insignia holandés y posiblemente otro navío de la escuadra.
La fortaleza de Porta Varga que guarda el puerto resulta destruida pero los holandeses abandonan la intentona.
Los holandeses continuarán merodeando por esas aguas hasta 1648 con el fin de la guerra, mediante el tratado de Westfalia.
Cavite es mucho más célebre por la batalla que tuvo lugar allí durante la Guerra de Agresión Yanki sobre Filipinas, en 1898.
Sucesos posteriores
Más de un siglo después (1762-1764), en el marco de la Guerra de los 7 Años los codiciosos ingleses intentaron algo parecido, llegando a capturar Manila, pero fueron también finalmente expulsados pese a los limitados recursos del archipiélago.
FUENTE:https://aforjar.wordpress.com/2014/05/10/simon-de-anda-defesnor-de-filipinas-1762-1764/
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