miércoles, 10 de febrero de 2016

¿ TIENEN ALGO QUE DECIR LOS PAÍSES HISPANOS?



En esta ocasión, os ponemos un interesante articulo de Pio Moa, al respecto de la anglizacion de España e Hispanoamerica.




Como hemos visto, la expansión de Usa ha sido extremadamente belicosa, con la doctrina de la superioridad aplastante y su empleo sin escrúpulos (al estilo Sherman). En la II Guerra Mundial sus crímenes de guerra (bombardeos sobre la población civil, asesinato de prisioneros, violaciones) sobrepasaron a los de los nazis en el frente occidental (en el frente oriental fue otra cosa, y la Shoah entra en un capítulo diferente). Su carrera de victorias se vio contenida en Corea e interrumpida en Vietnam, donde su poderío bélico abrumador fracasó ante un pueblo relativamente pobre y técnicamente atrasado. Ello fue visto a menudo como el fracaso del mesianismo useño frente al comunista, aunque a la larga resultó al revés. Y a partir de Vietnam los fracasos han sido más que las victorias y vienen dejando un rastro de desastres en diversos países.

Podría interpretarse, por tanto, que el mesianismo useño ha entrado en declive, en lo cual no debemos precipitarnos. Su capacidad bélica sigue siendo incontrastable para cualquier otra potencia, y está planeando una fase superior con nuevas armas para aumentar su superioridad cualitativa. Y sobre todo, la expansión useña no ha sido solo exterior, esto es, imperialista y militar, sino también interna, manifiesta en su impresionante dinamismo cultural e ideológico, que impregna en mayor o menor grado la vida de la mayor parte de la población mundial. La cultura y la técnica useñas han supuesto, en general, mayor libertad y mayor prosperidad, no solo en su país

Ese mesianismo tiende a imponer por todo el mundo regímenes demoliberales, y el atractivo de sus éxitos en la propia Usa ha hecho que otros países trataran de imitarlos. Así ha ocurrido, por ejemplo, en Hispanoamérica, y sin embargo la imitación no ha funcionado bien allí, dando lugar a una especie de convulsión semipermanente. Podría decirse (y se dice) que esa inestabilidad y violencia es herencia de España, si no fuera porque antes Hispanoamérica era una de las zonas más pacíficas y tranquilas del mundo, y porque las nuevas naciones se construyeron sobre el rechazo de la herencia española y el deseo de asimilarse a las nuevas ideologías. Y en España ocurrió algo muy parecido. Como he intentado exponer enLos mitos del franquismo, la excepción fue el período de Franco, de un éxito práctico realmente sorprendente. Franco insistió mucho en que cada país tiene sus propios condicionantes históricos y culturales a los que no pueden imponerse soluciones político-culturales ajenas, aunque hayan triunfado en otras partes. Esto puede ser bastante cierto, como viene probando la historia –aunque un grado de interinfluencia siempre existe, y la cultura useña ofrece mucho de aprovechable–; pero también es verdad que el franquismo fue incapaz de elaborar una ideología propia y nueva capaz de rivalizar con el marxismoy el demoliberalismo. Y en los países de raíz hispana ocurre lo mismo.

Por consiguiente, y por más que en el ámbito hispánico se exprese insatisfacción con el influjo apabullante de la cultura anglosajona y se ponderen sus fracasos y crímenes y su posible decadencia, no acaba de surgir en el ámbito hispánico algo nuevo que valga la pena. Quizá sea preciso reexaminar el pasado de España en su gran época por si de ahí cupiera recuperar savia creativa que origine nuevas ideas. La impresión que se tiene, sin embargo, es muy simple, como época de triunfos militares y religiosos cuando se plantea de modo positivo; o como tiempos de oscurantismo y opresión en sentido contrario. En el franquismo hubo intentos de reestudiar la época con vistas a extraer de aquel pasado un nuevo impulso cultural, pero resultaron poco fructíferos. Sin embargo podría volverse sobre la tarea con un enfoque nuevo, revisando también el propio franquismo. En otro caso, el destino del ámbito cultural hispánico será profundizar y empeorar las tendencias actuales, disgregándose progresivamente como satélites político-culturales resentidos, vulgares y más o menos convulsos, de Anglosajonia y, en el caso español, de la UE, lo que viene a ser lo mismo. En el blog de la Gaceta he abordado algunos de estos temas.

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